
En 1905 Albert Einstein publicó su Teoría de la Relatividad Especial. En ella se introdujo el concepto de la curva espacio-tiempo, de manera que el tiempo y el espacio no se podían considerar como dos magnitudes por separado, sino que están relacionadas entre sí. De esta manera se introduce el concepto de que el tiempo es relativo. Si el espacio viene definido por tres dimensiones, el espacio-tiempo tendría cuatro dimensiones, siendo el tiempo la cuarta dimensión, y este concepto es el que ha alimentado uno de los motores más importantes de la ciencia ficción en el siglo XX, tanto en cine como en literatura: los viajes en el tiempo.
Conceptualmente se pueden plantear dos premisas: una según la cual nada está escrito y cualquier alteración en el pasado repercute en nuestro presente y en el futuro. La otra premisa dice lo contrario, que hagamos lo que hagamos no podemos cambiar el futuro.
Sobre la primera premisa cabe destacar la trilogía
Regreso al futuro (Back to the future, Robert Zemeckis 1985, 1989 y 1990). Indaga en como los cambios en el pasado influyen en el futuro a través de una historia familiar, en la que un adolescente de los 80 viaja a los 50 interfiriendo en el momento en que sus padres se enamoraron, y claro, si no hace que se junten él desaparecerá de la existencia. En la segunda parte vemos como con información del futuro se pueden cambiar los acontecimientos dando lugar a una realidad alternativa. Una respuesta a la típica pregunta de "¿y si en aquella ocasión hubiera hecho esto en vez de esto otro?". Y finalmente la tercera parte es un viaje al legendario oeste donde el protagonista conoce a sus antepasados.
Para la segunda premisa hay otra saga interesante como es
Terminator (James Cameron, 1984), en la que una sociedad futura controlada por las máquinas envía al pasado a un cyborg (Arnold Schwarzenegger) para matar a la madre del futuro líder de la resistencia de los humanos en guerra contra las máquinas para evitar que éste nazca, pero también la resistencia envía a un protector. En
Terminator 2. El juicio final (Terminator 2: Judgment Day, James Cameron 1991) es al propio John Connor, líder de la resistencia, a quien pretenden eliminar enviando a un nuevo ejecutor, muy sofisticado, y un nuevo protector, Schwarzenegger haciendo de bueno esta vez. Hay una tercera parte sobre el momento en que las máquinas toman el control,
Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Terminator 3: Rise of the machines, Jonathan Mostow 2003) que tendrá su continuación en 2009 con
Terminator Salvation, en la que Christian Bale dará vida a John Connnor.
La premisa de que se haga lo que se haga el futuro está escrito y no podemos cambiarlo también es explorada en la muy interesante
Doce monos (Twelve Monkeys, Terry Gilliam 1995), remake del cortometraje
La jeteé (Chris Marker, 1962), en la que un grupo de científicos en el futuro envía a Bruce Willis a nuestros días para investigar las causas de la epidemia que ha devastado a la humanidad. El propio Gillian había dirigido anteriormente
Los héroes del tiempo (Time bandits, 1981), en la que un niño recibe la visita de unos duendes que se dedican a robar tesoros de distintas épocas valiéndose de un mapa que marca los agujeros que hay en el tiempo. Esto nos lleva a otro enfoque de las películas sobre viajes en el tiempo. Hasta ahora he expuesto películas que explotan la idea de un viaje temporal gracias a la tecnología, pero también se ha explotado la idea de las aperturas accidentales o naturales de agujeros en el tiempo. Además de
Los héroes del tiempo, también cabe citar
Biggles (John Hough, 1986) en la que un publicista de los 80 y un piloto de biplano en la I Guerra Mundial, son almas gemelas y cuando uno de los dos está en peligro el otro se traslada espontáneamente en el tiempo para ayudarlo. Evidentemente el piloto es el que más ayuda necesita por lo que el publicista se ve cuando menos se lo espera en el campo de batalla de la Gran Guerra. Otro ejemplo, y cambiando de género, es
Kate & Leopold (James Mangold, 2001), una comedia romántica en la que un agujero en el tiempo hace que una mujer moderna del siglo XXI conozca a un elegante aristócrata del siglo XIX. Protagonizan Meg Ryan, Hugh Jackman y Liev Schreiber.
En definitiva el cine permite plasmar todas las hipótesis sobre qué pasaría si pudiéramos viajar en el tiempo, ya sea voluntariamente, por accidente, para cambiar las cosas, o para no cambiar nada. Todo es posible siempre y cuando esté planteado con solidez y coherencia.