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martes, 22 de mayo de 2018

La madre de los «crossovers»

Spielberg fue el Rey Midas de Hollywood en los años 80 y 90, y es que su nombre ha estado ligado a buena parte de los iconos culturales juveniles de la época, bien como director o bien como productor. Dirigió E.T, la saga de Indiana Jones, o Parque Jurásico, pero en la producción su nombre está detrás de títulos como Gremlins, Los Goonies, Regreso al futuro, El chip prodigioso, Los Picapiedra, acreditado como Steven Spielrock, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, El secreto de la pirámide, por citar algunos ejemplos.

Hoy en día, con la moda imperante de los «crossovers», es decir, del cruce entre universos, como se está haciendo continuamente con los personajes de marvel y DC Comics, la novela Ready Player One, de Ernest Cline, supone un «crossover» de los grandes iconos pop de esa época dorada de Spielberg, y quién mejor que el mismísimo Rey Midas de Hollywood para llevar esta obra a la gran pantalla. El propio autor del libro se encarga del guion junto a Zak Penn, que debutó como guionista en los 90 con El último gran héroe, la cinta en que un niño se mete en la película de acción de su héroe favorito de la gran pantalla, que no es otro que Arnold Schwarzenegger. Ready Player One también discurre entre dos universos, pero esta vez se trata del mundo real y la realidad virtual.

La acción se sitúa en el año 2045, con una sociedad decadente e inconexa, cuya población se refugia tras las gafas de realidad virtual en un videojuego llamado Oasis. El creador de este macro entretenimiento era un fan de la cultura pop ochentena y diseñó todo su universo a base de innumerables guiños a los iconos de la época. Al fallecer, dejó como legado una competición por el control de Oasis. El jugador que encuentre tres llaves estratégicamente escondidas en el vasto universo virtual que ocupa el juego, será el nuevo propietario del mismo.

Steven Spielberg, en una entrevista, decía que al hacerse cargo de la adaptación cinematográfica, tuvo que obviar algunos guiños que figuraban en el libro para que la película no pareciese un auto homenaje. Aún así, su influencia es tan amplia que resulta inevitable la presencia en la película de buena parte de su obra ochentera.

En el reparto encontramos a los jóvenes Tye Sheridan y Olivia Cooke junto al ya consagrado Simon Pegg y el veterano Mark Rylance, en su tercera colaboración con Spielberg tras El puente de los espías y Mi amigo el gigante. La partitura, por segunda vez en la filmografía de Spielberg como director, no es de John Williams. En El puente de los espías fue Thomas Newman quien tomó el relevo de la batuta y ahora es Alan Silvestri, habitual compositor de las películas de Robert Zemeckis. Puesto que las primeras películas de Zemeckis las producía Spielberg, como Regreso al futuro, por ejemplo, Silvestri ya está acostumbrado al universo «spielbergiano».

El resultado de Ready Player One es un espectáculo visual sin parangón. Apabullante en su estética y con un claro mensaje en favor de vivir la realidad frente a mundos virtuales digitales, el filme es un entretenimiento de primerísima línea, con Spielberg volviendo a su cine más mágico e inspirador, ese cine que hizo soñar a toda una generación.

martes, 15 de mayo de 2018

Una trilogía de tres minutos

Desde 2013, el RACE convoca anualmente un concurso escolar de cortometrajes sobre educación vial. Una interesante iniciativa para fomentar entre los chavales tanto las normal de seguridad vial, como el interés, o incluso alimentar o descubrir una vocación, por el mundo de los audiovisuales.

Se trata de cortos de entre medio y un minuto de duración. Este año, impartiendo clases de producción cinematográfica a estudiantes del colegio Tajamar, he tenido la oportunidad de participar con mis alumnos en este certamen y hemos presentado tres vídeos. Entre todos forman una trilogía que lleva por tema común los riesgos del uso irresponsable de los «smartphones» en la vía pública.

No más smombies lanza mensajes sobre el comportamiento imprudente de peatones y conductores en general.

Kamikaze se centra en la figura del conductor y la conducción temeraria.

No estás solo pone la atención sobre el peatón y su interacción con los demás.