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lunes, 25 de mayo de 2020

Diario de producción: nuevo cartel

Hoy se cumple un año de la presentación de El laberinto de las almas en Hermandades del Trabajo, en Madrid. El plan era ver otras posibilidades de presentación y de estreno de la película con el objetivo estrenarla en este 2020. Obviamente, los acontecimientos de los últimos con la pandemia del Coronavirus ha hecho que muchos planes se pospongan, cambien o se anulen. En cuanto a El laberinto de las almas retomo ahora las indagaciones y gestiones para ver cuál puede ser la mejor opción para su estreno. De momento, aquí publico el nuevo cartel de la película.

El auge que han tenido últimamente los estrenos "online" en plataformas digitales, abre una nueva vía que antes no había contemplado. ¿Dónde veremos primero la película, en una sala cinematográfica, en una plaforma digital? Quién sabe. La aventura de la distribución ha comenzado.

#ElLaberintoDeLasAlmas

sábado, 9 de mayo de 2020

La pandemia en el cine, más allá de lo evidente

En los tiempos que estamos viviendo es inevitable revisitar y comentar películas como Estallido, Contagio, El origen del planeta de los simios, y tantas otras que tratan sobre distintos virus que atacan a la humanidad. Pero la crisis que estamos viviendo en la realidad tiene un alcance mucho más allá de la mera enfermedad, ya que estamos ante un cambio de paradigma, un mundo nuevo. Hay un punto de inflexión entre nuestra vida antes y después del Coronavirus.

En un mundo globalizado en el que la movilidad de la gente, los negocios, el turismo, las marcas comerciales, un mundo en el que puedes encontrar cualquier cosa en todas partes del globo, también las enfermedades se igualan en todo el planeta. El mundo es un lugar hostil, y moverse por él sin apenas restricciones como si se tratase de un parque temático, es obvio que tarde o temprano acabaría pasando factura, porque todo en esta vida tiene dos caras, no todo es fiesta y diversión, y ahora, tras muchos años de prácticas absurdas que desafían el sentido común, como que fabricar algo a 10.000 kilómetros de distancia te salga más barato que encargárselo a la empresa de la nave de al lado, o que el Himalaya no sea solo territorio de escaladores, sino que se convierta en una atracción de turismo masivo, o que un teléfono último modelo con garantía de dos años se quede obsoleto en seis meses, en fin, todo este tipo de cosas son indicativos de que algo no se estaba haciendo bien.

Ahora el Coronavirus lo ha cambiado todo. Una sociedad global que no hacía más que crecer a una velocidad excesivamente rápida, ante el frenazo en seco que ha supuesto la pandemia para la economía mundial por las medidas de confinamiento de la población y el cierre de fronteras entre países, el impacto es tremendo. Cuanto más rápido vas en un un coche, más brutal es el impacto en caso de accidente, y eso es lo que le está pasando a la economía con esta situación. En solo dos meses, los PIB de los países han tenido caídas históricas. El virus ha puesto el contador a cero y toca empezar de nuevo con nuevos hábitos, nuevas formas de relacionarse, de hacer negocios, de hacer vida social. Debemos convivir con el virus y seguir adelante. En este cambio de mundo muchos han perdido la vida, y los supervivientes han perdido la inocencia.

En el cine, las películas que mejor han mostrado un cambio tan drástico, en mi opinión, son las que han ilustrado realmente el antes y el después de una catástrofe, más que las que se recrean en la catástrofe en sí. Hay muchas pero aquí traigo como ejemplo dos filmes realizados en distintas décadas, pero que tienen en común que ambas son de época, es decir, que recreaban hechos del pasado, ambas duran más de tres horas y ambas han sido multioscarizadas.

1. Lo que el viento se llevó (1939). Comienza mostrando el modo de vida sureño del siglo XIX en Estados Unidos para luego pasar a los horrores de la guerra y finalmente a cómo han evolucionado los personajes que sobrevivieron a la contienda. Precisamente el título hace alusión a ese mundo que existió y dejó de existir. La Guerra de Secesión enfrentó a una nación, el norte contra el sur, y nada volvería a ser como antes. Todo aquel pasado se lo llevó el viento.

2. Titanic (1997). La metáfora perfecta. La reducción del mundo al microcosmos de un barco que choca con un iceberg y se hunde, cuando todo el mundo pensaba que era insumergible. "Es de hierro, señor, le aseguro que puede hundirse", le decía el ingeniero al armador, el cual cegado por la ambición decidió forzar la máquina, literalmente hablando. Una hora y media en que se nos muestra la representación social de una época, con sus diferencias de clases sociales, y sus conflictos personales. Y otra hora y media, quizá un poco más, en que todo aquel crisol de pasajeros, representantes de una sociedad de un momento determinado, se hundió en el mar, amenizado por la música de la orquesta del barco. Y las vidas de los supervivientes cambiaron para siempre.

lunes, 4 de mayo de 2020

La emoción atemporal de la música en el cine

Es innegable que la música juega un papel fundamental en la transmisión de emociones en el cine al combinarse con las imágenes. Tanto es así, que a veces, una música anacrónica en una película se fusiona totalmente con la trama, porque no se trata de lo que nos muestra, de si en esa época existían o no esos sonidos, sino que lo que se trata es la emoción, lo que esa escena nos quiere transmitir. Lo explicaré un poco más en detalle con cuatro ejemplos.

1. Lady Halcón (1985): película de aventuras y fantasía ambientada en la Edad Media. La banda sonora fue de Andrew Powell, integrante de la banda de The Alan Parsons Project, cuyo estilo de música era la electrónica. En principio chirría pensar en ambientar una historia medieval con sintetizadores, pero la partitura tiene un aire tan aventurero y fresco que transmite perfectamente el espíritu que la película quiere reflejar.

2. Moulin Rouge (2001): una historia de pasiones desatadas en la época de la Bohemia, en París, en 1900. Es un musical que aglutina versiones de numerosos éxitos de la música pop y rock de todas las décadas, todas posteriores, naturalmente, a la época en la que transcurre la trama, pero que nos trasladan la emoción, la vibración de aquel espíritu de liberación artística que supuso la bohemia francesa.

3. María Antonieta (2006): Sofía Coppola hizo algo parecido para contar la historia de la reina María Antonieta en el siglo XVIII. La película comienza ya con una canción y unos créditos que nada tienen que ver una película de época pero sí nos transmiten el tono de rebeldía propio del personaje. Del mismo modo, hay una escena de un baile de máscaras en la que suenan temas de fondo como si hubiese un DJ, en plena corte francesa del siglo XVIII, pero queda bien, porque al fin y al cabo nos está mostrando un momento de fiesta, de dispersión de la protagonista, que se encuentra viviendo una situación muy complicada en su matrimonio por conveniencia con el rey.

4. El gran Gatsby (2013): el mismo director de de Moulin Rouge, Baz Luhrman, repitió un poco la idea en cuanto a ambientación para hacer una nueva versión de la celebérrima novela de Scott Fitzgerald. En este caso no se trata de un musical, pero la ambientación de las fiestas de los locos años 20 fusionando la música de entonces con ritmos más modernos, transmite al espectador del siglo XXI la energía de aquella época.


Para algunos, este tipo de anacronismos son algo negativo en las películas, pero personalmente opino que son acertados en el sentido de que no pretenden hacernos creer que en esa época se escuchaban esos sonidos, sino que se utiliza la música para empatizar con el espectador de hoy en día y transmitir las mismas emociones que sentían en el pasado las personas que escuchaban otro tipo de sonidos con los que sería más complicado de conectar para los espectadores actuales. No se trata de recreación histórica, sino de transmisión de emociones.