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sábado, 19 de octubre de 2019

Licencia para matar, película a reivindicar

Licencia para matar ha sido una de las películas de la saga Bond menos valoradas por crítica y público, y sinceramente, me parece injusto. La he visto muchas veces en los últimos años y cada vez que la veo y que pasa más el tiempo, me parece más interesante. Por eso, aprovechando que este año se han cumplido treinta años de su estreno, ya que es de 1989, me parece un buen momento para reivindicarla y exponer los motivos por los que creo que merece mayor consideración de la que a menudo se le ha dado.

En primer lugar hay que decir que el protagonista es Timothy Dalton, que solo hizo dos películas, pero su encarnación de 007 es magnífica. No hizo más filmes por problemas de agenda para continuar en la saga, no porque no quisieran contar con él. En segundo lugar, la película cuenta con dos memorables actores encarnando a los villanos: un sanguinario narcotraficante interpretado sensacionalmente por Robert Davi y su despiadado secuaz al que pone cara un joven Benicio del Toro. La chica Bond esta vez fue Carey Lowell, que no es ni mejor ni peor que otras de la saga, simplemente está a la altura de las circunstancias. En tercer lugar, las escenas de acción están al nivel de espectacularidad y adrenalina que requiere la saga y el tema musical es estupendo, interpretado por la potente voz Gladys Knight.

¿Entonces que falló en Licencia para matar? Pues lo que en principio fue su talón de Aquiles, en mi opinión es lo que con el tiempo se ha convertido en su mayor virtud: su argumento. En esta ocasión, James Bond no se enfrenta a los malos por cumplir una misión del MI6, sino que se trata de una venganza personal. El peligroso narcotraficante Franz Sánchez mata a la esposa de Félix Leiter, agente de la CIA e íntimo amigo de Bond, y a Leiter lo deja mutilado. El Servicio Secreto le revoca la licencia a 007 para apartarlo del caso, pero él emprende por su cuenta la búsqueda de Sánchez para vengar a su amigo.

La película se iba a titular en principio «Licencia revocada», muy en la línea del argumento, pero en el último momento decidieron cambiarle el nombre por Licencia para matar. Que el villano no fuese un sofisticado megalómano que quiere conquistar el mundo y que James Bond se tomase la justicia por su cuenta le resultó chocante a cierto sector del público. Sin embargo, con el paso del tiempo, es precisamente esto lo que hace de Licencia para matar un título especial, diferente e interesante dentro de la extensa saga de uno de los iconos más emblemáticos de la historia del cine.

#JamesBond

lunes, 14 de octubre de 2019

El crack cero, el regreso de Garci

En 2013, tras el estreno de Holmes & Watson: Madrid days, el oscarizado director José Luis Garci anunció su retirada del cine. Desde entonces ha publicado varios libros y ahora reaparece en las carteleras con El crack cero, precuela de una de sus mejores películas, El crack (1981), que había conocido ya una secuela en 1983 con El crack dos.

Sutileza, elegancia o nostalgia son algunas de las características propias del estilo cinematográfico de Garci que nuevamente vuelve a lucir en El crack cero, dando como resultado una película sensacional. Narrativamente muy fluida, con un excelente trabajo de dirección de actores y una soberbia fotografía en blanco y negro. Por otro lado, el guión nos ofrece unos diálogos chispeantes plagados de referencias culturales al cine, la música y la literatura, así como a la España del momento en que transcurre la trama.

La acción se desarrolla en noviembre de 1975, durante los días anteriores y posteriores a la muerte de Franco. Sin embargo, eso es el telón de fondo. Los personajes, como todo ciudadano medio, sigue con su vida, con sus problemas, a pesar de los grandes cambios que se puedan producir en las altas esferas.

Protagoniza Carlos Santos, ganador del Goya a mejor actor revelación por El hombre de las mil caras en 2016, que retoma el papel del detective Germán Areta y realmente hay que reconocer que está a la altura de Alfredo Landa, que había dejado el listón muy alto en las entregas anteriores. Le acompaña Miguel Ángel Silvestre en el papel de Moro, su ayudante, papel que encarnaba Miguel Rellán anteriormente. Patricia Vico, en la piel de una «femme fatale» al más puro estilo del cine negro de los años 40, Macarena Gómez, María Cantuel y Luisa Gavasa componen el elenco femenino principal. En papeles secundarios encontramos caras conocidas como Cayetana Guillén Cuervo, Luis Varela, Andoni Ferreño o Ramón Langa.

Como el propio Garci ha dicho, se trata de una película analógica. Tanto es así que ha prescindido de los ordenadores hasta para la reconstrucción histórica del Madrid de entonces, algo que sería lógico hacer a día de hoy. En vez de eso, en absoluta coherencia consigo mismo y su forma de hacer las cosas, los exteriores de Madrid en los años 70 los ha sacado de sus propias películas de la época, planos rodados entonces, y virados a blanco y negro para la ocasión.

El crack cero es en definitiva, un «thriller» de suspense al más puro estilo de los clásicos de Hollywood, pero a la española, o más concretamente, a lo Garci, es decir, una película contra corriente, elegante, nostálgica, entrañable, realizada por un cinéfilo empedernido y experimentado cineasta como es José Luis Garci, alguien que sabe mucho de cine.