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sábado, 21 de julio de 2018

Cinco películas de ayer que parecen de hoy


Hay películas por las que no pasa el tiempo, y es que en realidad, por muy modernos que queramos ser, no hay nada nuevo bajo el sol. Cambian las formas, las tecnologías, pero el ser humano sigue siendo el mismo, y más si hablamos de diferencias en décadas, que a ni siquiera un siglo llega. Como muestra, he seleccionado cinco películas en blanco y negro que reflejan distintos ámbitos de la sociedad y que mantienen una vigencia total hoy en día, a pesar de que se hayan estrenado hace más de 50 años. El orden es meramente cronológico, de más antigua a más moderna, no obedece a ninguna valoración de la calidad de las películas.


1. Tiempos modernos (Modern times, Charles Chaplin, 1936)
Un buen título para los años 30 que podría seguir aplicándose en el siglo XXI. El plano de apertura de la película en la que se ve un rebaño de ovejas moviéndose al unísono, que se funde con otro de obreros entrando en una fábrica, podría repetirse perfectamente con una imagen actual de un parque empresarial o industrial en hora punta. La deshumanización del ambiente laboral en favor de las máquinas, es algo aún vigente, con la diferencia de que se han sustituido las palancas y engranajes por los ordenadores. Incluso en esta película ya se esbozaba la videoconferencia, en forma videovigilancia del jefe a los operarios.

2. Luna nueva (His girl friday, Howard Hawks, 1940)
Desternillante y frenética comedia de Howard Hawks ambientada en el mundo del periodismo, que pone de relieve las miserias éticas de los políticos y el periodismo sensacionalista. Al mismo tiempo, la batalla de los sexos viene dada por una pareja sensacional: el editor de un periódico y su ex mujer, también periodista, interpretados por Cary Grant y Rosalind Russell. El papel de ella es el de una mujer moderna más auténtica y genuina que muchos personajes femeninos actuales que se pretenden modernos pero no van más allá de un mero cliché superficial y sin fuerza.
3. Eva al desnudo (All about Eve, Joseph Mankiewicz, 1950)
Los trepas oportunistas sin escrúpulos están a la orden del día, pero no es nada nuevo. Esta película nos muestra sin trampa ni cartón las artimañas de una actriz de teatro para pasar de la nada al estrellato a costa de otra actriz ya consagrada. Sensacionales interpretaciones de Anne Baxter y Bette Davis.
4. Cautivos del mal (The bad and the beautiful, Vincent Minnelli, 1952)
Las relaciones amor/odio de una actriz, un guionista y un director con un productor egoísta y arrogante pero de gran talento. Toda una lección sobre los entresijos del mundo del cine. Aunque hoy Hollywood hace más autocrítica con las miserias de la fábrica de los sueños, en su años dorados, la década de los 50, ya algunos mostraban sin tapujos el lado oscuro de la industria más glamurosa del mundo.

5. El apartamento (The apartment, Billy Wilder, 1960)
Infidelidades, tráfico de favores, oportunismo, ambición por subir en el escalafón, todas las miserias que se dan hoy en día en las oficinas de una gran empresa, ya fueron plasmadas en el 60 por el gran Billy Wilder con esta fantástica tragicomedia, que conserva toda su fuerza hoy en día.

miércoles, 11 de julio de 2018

Sicario, de nuevo contra los cárteles mexicanos

El canadiense Dennis Villeneuve, responsable de la secuela Blade Runner 2049, nos trajo en 2015 la película Sicario, protagonizada por Josh Brolin, Benicio del Toro y Emily Blunt. El argumento giraba en torno a una operación de la CIA contra los cárteles de la droga mexicanos en la frontera con Estados Unidos.

El mismo equipo de producción nos trae ahora una secuela: Sicario, el día del soldado, con los mismos protagonistas, salvo Emily Blunt. Brolin y Del Toro retoman sus personajes, un agente de la CIA con una misión que cumplir y un sicario colaborador habitual. En esta ocasión, la actividad de los cárteles en la frontera se ha recrudecido y ahora ayudan a terroristas islamistas a entrar en Estados Unidos. La CIA se plantea hacer que los cárteles se enfrenten entre ellos para debilitar su poder. Para ello, montan un operativo para secuestrar a la hija de uno de los narcotraficantes más importantes, con el fin de culpar a sus competidores.

Esta vez, los productores han contado con el director italiano Stefano Sollima, curtido en series de televisión policiacas. El guión es de Taylor Sheridan, actor que debutó como guionista precisamente con la primera entrega de Sicario, al que seguirían los libretos de Comanchería y Wind River antes de esta secuela.

El tono de Sicario, el día del soldado mantiene una continuidad totalmente armónica con la primera parte. El tipo de fotografía empleado y la música inquietante, casi omnipresente en todo el metraje, son dos constantes que le dan una uniformidad tonal a la saga. Por otra parte, aunque el ritmo narrativo es prácticamente el mismo, y a pesar de un par de situaciones resueltas de un modo algo forzado, la narrativa en conjunto resulta más fluida y redonda en esta secuela que en su predecesora. Un destello de redención en el personaje de Benicio del Toro, lo hace más cercano al espectador, a falta del contrapunto positivo que suponía el personaje de Emily Blunt en la primera película, para arrojar algo de luz en medio de la oscura ambigüedad moral que envuelve a ese sórdido universo que es la guerra sucia contra el aún más sucio negocio del narcotráfico.