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sábado, 23 de mayo de 2015

El cumpleaños del patriarca

Una pareja en trámites de divorcio, con tres hijos que sufren las consecuencias de las malas relaciones de sus padres, viajan a Escocia para asistir al cumpleaños del padre de él, con la consigna de aparentar normalidad y no decir ni una palabra al resto de la familia. Este es el punto de partida de Nuestro último verano en Escocia, una comedia agridulce británica dirigida por Andy Hamilton y Guy Jenkin, curtidos en televisión que debutan con este film en la dirección de largometraje cinematográfico.

Los exteriores de los paisajes escoceses son maravillosos, así como la música resulta inspiradora. Protagonizan David Tennant, conocido por la serie de TV Doctor Who, Rosamunde Pike, la otrora chica Bond en Muere otro día, y el veterano Billy Connoly, visto hace un par de años en El cuarteto. Este trío protagonista así como los secundarios, especialmente Ben Miller, están estupendos, pero la verdad es que las interpretaciones que más llaman la atención son las de los tres niños, que están sensacionales.

La puesta en escena de los directores es correcta sin más, quizá les pesa el estilo televisivo en el que se han forjado. Por otra parte el ritmo narrativo es bueno y la película no pierde interés en todo el metraje, que además está muy ajustado, el film dura 95 minutos.

Una película sobre conflictos familiares tratados con veracidad, con sus luces y sus sombras, con personajes bien trazados y emociones reales.

Esta película fue presentada en primicia el pasado mes de febrero en la gala de los premios CEC y se estrena el próximo 29 de mayo en las salas comerciales.

domingo, 17 de mayo de 2015

La belleza de la música en silencio

Las películas que tienen al mundo de la música integrado de alguna manera en la trama, suelen estar dotadas de una magia especial que las hace particularmente bellas, sensibles y emotivas. Casos como El concierto, Begin again, Copying Beethoven o El cuarteto son buena prueba de ello. Ahora llega a las pantallas La familia Bélier, una deliciosa comedia francesa sobre una familia de campesinos sordomudos, de los cuales la única oyente es la hija mayor, que hace de portavoz de sus padres y su hermano. Esta chica se apunta al coro del instituto y descubre que posee una voz prodigiosa, por lo que su profesor la toma como pupila con el fin de prepararla para presentarse a las pruebas del coro de Radio France en París.

Protagoniza Louane Emera, una joven cantante que llegó a semifinales en el concurso televisivo The Voice, y que debuta como actriz en este film. Ha sido premiada por este papel con el galardón a Actriz Revelación en los Premios Lumiere y en los César. Todos los actores están en estado de gracia, especialmente los que interpretan a los padres de la protagonista: François Damiens, destacado intérprete de La delicadeza, y Karin Viard, conocida especialmente por Delicatessen y con una amplia carrera en el cine galo a sus espaldas.

En cuanto a la música la película supone un homenaje a Michel Sardou, reputado cantante de la música ligera francesa durante décadas pero especialmente en los años 70. En el film el profesor del coro es un gran admirador de este artista y por tanto elige parte de su repertorio para la función del coro del instituto.

Por otra parte la familia de sordomudos se muestra no como personas de quien compadecerse sino como un ejemplo de vitalidad y optimismo que empatiza enseguida con el público. Por tanto la película trata sobre la música como tema nuclear pero engarza de forma secundaria con otros temas de interés como la integración de los discapacitados en la sociedad, los conflictos de los adolescentes, e incluso se permite una pequeña crítica al mundo de la política. Todos ellos elementos perfectamente integrados en la trama y tratados con un sano sentido del humor.

Divertida, bella y entrañable, esta familia ha cautivado a millones de espectadores en Francia, y no me extraña en absoluto. Es una de esas películas que deja buen sabor de boca, una sensación de paz y de haber visto algo bonito y positivo en la sala de cine.

sábado, 9 de mayo de 2015

No hay vencedores y vencidos, sólo vencidos

Los libros de historia nos hablan de quién ganó o perdió una guerra, pero en realidad las contiendas no dejan vencedores y vencidos, sino sólo vencidos. En ambos bandos mueren miles de personas, de manera que por ambas partes hay miles de civiles que han perdido algún ser querido en el campo de batalla. Y los que en tiempo de guerra son enemigos, se pueden volver amigos y aliados tras el armisticio. Este es el tema que sirve como marco para el desarrollo de la trama de El maestro del agua (The water diviner), que transversalmente toca temas de interés como la paternidad y el instinto de protección de los seres queridos.

El maestro del agua es el debut de Russell Crowe como director en el largometraje de ficción. Hasta ahora había dirigido el documental Texas y dos cortometrajes, y desde luego ha entrado en la profesión por la puerta grande. Para dar este paso en su carrera ha optado por una película de aventuras de corte clásico. Durante la batalla de Gallipoli contra los turcos, los tres hijos de un matrimonio de granjeros australianos caen en el campo de batalla. Una vez finalizada la guerra, y tras la muerte de la madre, el padre jura sobre la tumba de su mujer devolver a casa los cuerpos de sus tres hijos desaparecidos.

El épico viaje de este granjero australiano en pos de la verdad sobre sus hijos viene retratado con una preciosa fotografía en tonos cálidos por parte de Andrew Lesnie, ganador del Oscar por su trabajo en El Señor de los Anillos: la comunidad del Anillo, y una vibrante partitura musical a cargo del compositor australiano David Hirschfeld, que ha trabajado con otros directores compatriotas como Peter Weir o Buzz Lurman.

Protagoniza la película el propio Crowe secundado por Olga Kurilenko, a la que veíamos hace poco como partenaire de Pierce Brosnan en La conspiración de Noviembre. Pero si hay un actor que destaca por encima de todos es Yilmaz Erdogan encarnando a un oficial turco de mirada profunda e inquietante, que se erige como el personaje más interesante de la historia, el perfecto ejecutor durante la guerra que busca la redención a sus acciones, consciente de que a pesar de cumplir con su deber no es justo lo que está haciendo.

Aventura, drama, romance, exotismo, épica, un interesante cóctel de elementos que Russell Crowe consigue mezclar correctamente para elaborar una llamativa carta de presentación como director. Habrá que ver lo que será capaz de hacer en el futuro.

domingo, 3 de mayo de 2015

Cuidado con la buenas intenciones

Hace poco lo comentaba en la reseña de Chappie: la ciencia ficción que apuesta por la Inteligencia Artificial como tema de la película, lo está haciendo ya en un paso más allá de los meros androides con supuestos sentimientos que tantos títulos han dado al género, de forma que lo que prima ahora es la transmisión de la conciencia a través del ciberespacio. A esta moda se suma Vengadores: la era de Ultrón.

Tony Stark tiene parado un proyecto de inteligencia artificial llamado Ultrón con el que quiere crear un ejército de robots inteligentes que protejan a la Tierra. Tras recuperar el cetro de Loki de manos de un villano llamado Strucker, encuentra en este poderoso objeto la fuente de poder que necesitaba para rematar su proyecto. Pero las cosas no salen como se preveían y Ultrón se hace con el control y en vez de proteger a los humanos pretende extinguirlos para que la vida en la Tierra dé un paso adelante en la evolución.

Siguiendo la estela de la primera entrega esta secuela vuelve a ser todo un espectáculo de grandes secuencias de acción repletas de efectos digitales y coreografiadas con precisión milimétrica. Entre las novedades que ofrece esta segunda parte destaca la incorporación de dos nuevos Vengadores, clásicos en los cómics: la Bruja Escarlata y Visión, muy lograda la primera, interpretada por Elisabeth Olsen, la protagonista de Amor y letras junto a Josh Radnor, algo menos conseguido el segundo, interpretado por Paul Bettany, que había sido hasta ahora la voz de Jarvis en la saga de Iron Man y primera entrega de Los Vengadores.

Por otra parte sigue el tono festivo con frases ingeniosas, pero quizá menos que en su predecesora, en favor de introducir ciertas intenciones de dar más calado dramático a los personajes pero sin llegar a demasiada profundidad. Esto junto a ciertos altibajos narrativos son los puntos más débiles de la cinta. Y es que para héroes serios, oscuros y pretendidamente trascendentes ya tenemos las adaptaciones de DC Cómics con el sello personal de Christopher Nolan. Marvel tiene un concepto más lúdico y festivo, y Vengadores: la era de Ultrón, a pesar de esos guiños hacia el "lado oscuro", mantiene globalmente ese aire fresco que ha enganchado a millones de espectadores en todo el mundo desde la primera aparición de Iron Man en los cines.