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viernes, 17 de septiembre de 2021

Cuestión de sangre, un americano en Marsella

 


Matt Damon buscando justicia para su hija


Cuestión de sangre (Stillwater) nos presenta a Matt Damon interpretando a un operario de plataformas petrolíferas estadounidense viudo y con un pasado complicado en la relación con su hija, que viaja a Marsella decidido a reabrir el caso que unos años atrás llevó a su descendiente a la cárcel, condenada por el asesinato de su compañera sentimental, una chica árabe. Sin hablar ni una palabra de francés, este aguerrido padre se planta en tierras francesas para tratar de sacar a su hija de prisión, una cruzada personal en la que estará acompañado por una altruista actriz francesa de teatro, defensora de causas perdidas, que habla bien inglés, y la hija de ella, que tiene nueve años.

Tom McCarthy, director de Spotlight, nos ofrece un sólido relato a caballo entre el drama y el «thriller» con una fluidez narrativa impecable que mantiene el interés durante sus más de dos horas de metraje. La sencilla trama permite seguir la historia fácilmente, pero al mismo tiempo, el calado de los personajes, tanto principales como secundarios, enriquece enormemente el conjunto de la película ya que toca temas interesantes y controvertidos como las relaciones paterno filiales, los conflictos derivados de cómo se gestiona la integración de otras culturas en las sociedades occidentales, los prejuicios sociales, las relaciones homosexuales e interculturales, las debilidades del sistema judicial, toda una radiografía sociológica del confuso, convulso y caótico mundo en que vivimos actualmente narrado a través de unos personajes de almas desgarradas.

Matt Damon está espléndido en un papel poco agradecido para el lucimiento, ya que es un personaje muy contenido, muy tosco, poco expresivo, pero que el carisma de Damon consigue transmitir toda su angustia, todos sus fantasmas del pasado, con solo una mirada. Le acompañan Abigail Breslin, la otrora protagonista de Pequeña Miss Sunshine, en el papel de la hija encarcelada, y la actriz francesa Camille Cottin, en el rol de la persona que ayuda al protagonista en su periplo, ambas actrices haciendo gala de unas interpretaciones en estado de gracia. El trío protagonista consigue que todo lo que hacen en pantalla resulte interesante.

jueves, 2 de septiembre de 2021

Summer of soul, la otra cara de la luna

 

Documental musical «Summer of soul»


Una explosión de ritmo desde lo más profundo de las entrañas


El 20 de julio de 1969 era domingo y el hombre llegó a la Luna. «Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad». Pero esa tarde no todo el mundo estaba pendiente de la odisea del espacio. Muchos estaban en las calles de Harlem, Nueva York, disfrutando, sintiendo, la música soul, blues, góspel, del Festival Cultural de Harlem, conocido también como el «Woodstock negro», que duró seis semanas en las cuales cada domingo había concierto a partir de las tres de la tarde. Todos estos conciertos fueron filmados por el productor Hal Tochin, pero esas imágenes no habían visto la luz hasta ahora, en que el productor y director Ahmir "Questlove" Thompson las ha utilizado para llevar a las pantallas el documental Summer of soul.

Artistas como Stevie Wonder, The 5th Dimension, Mahila Jackson, B.B.King, Gladys Knight o Nina Simone, entre otros, pasaron por el escenario de este acontecimiento, pero el documental no se limita a mostrar lo que fue en sí el festival, sino que lo contextualiza perfectamente en el momento histórico en que tuvo lugar, así como en el convulso ambiente social que se respiraba entonces, a través de testimonios de algunos de los artistas participantes y de gente anónima que asistió al evento en su momento, además de contar con imágenes documentales de la época, tanto de noticias relevantes como de escenas costumbristas de las calles de Harlem en aquella época.

En una década marcada por unos problemas de racismo enormes, en la que fueron asesinados dos de los grandes líderes de movimientos pro derechos de los negros, Malcolm X y Martin Luther King, y en que esta comunidad vivía en un barrio marcado por las drogas y la violencia, la música surgía en medio de este caos como la solución a los problemas, como la tabla de salvación. Todo el dolor, la rabia, la ira, la frustración, tenían salida para depurar el alma a través de la música. En un lugar que parecía olvidado de la mano de Dios, la esperanza y las oraciones buscaban al Señor a través de los sonidos instrumentales y vocales, en una explosión de ritmo y unas voces que sacan su fuerza desde lo más hondo de las entrañas. Un grito del alma que en un momento complicado pide desesperadamente que las cosas cambien, porque ya no puede más. Eso es Summer of soul, un puñetazo en la mesa, un «basta ya»; no es solo un concierto, no es solo un documental, es mucho más.