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lunes, 26 de noviembre de 2018

Animales fantásticos, la nueva saga mágica

Debo reconocer que la primera vez que oí nombrar Animales fantásticos y dónde encontrarlos, como una nueva película del universo de Harry Potter, no me entusiasmó demasiado, ya que me sonaba a más de lo mismo, a una excusa para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. De hecho, no la vi en el cine y por eso no hay reseña de la misma en este blog. Sin embargo, el tráiler de Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald, su continuación, me resultó especialmente atractivo y fui a verla. A raíz de esto he visto la primera entrega «a posteriori» y estas son las conclusiones que he sacado en relación a esta nueva saga sobre el mundo mágico.

El hecho de situar la acción a principios del siglo XX, hace que la mezcla del mundo real con el mágico resulte muy estimulante. Los crímenes de Grindelwald arranca con la fuga de prisión de este villano que da título a la película, interpretado por Johnny Depp. Al mago zoólogo Newt Scamander, se le solicita ayuda para atraparlo, pero él lo rechaza hasta que se lo pide su antiguo mentor, Albus Dumbledore, el mítico profesor de Harry Potter, interpretado entonces por el veterano Richard Harris, que aquí aparece mucho más joven, evidentemente, encarnado por Jude Law.

A Scamander lo interpreta Eddie Redmayne, ganador del Óscar por La teoría del todo, en la que daba vida a Stephen Hawking. En ciertos momentos de la película, tiene algunos gestos que recuerdan bastante a los de su interpretación de Hawking. El filme guarda una perfecta armonía con su predecesora tanto en la estética como también en el ritmo narrativo. En la atmósfera de la historia se puede apreciar una clara evolución de un predominio de lo naíf en la primera parte hacia un tono más oscuro en esta secuela, si bien en ambas cintas el ambiente se debate entre naíf y oscurantista.

Dirige David Yates, todo un experto ya en el universo mágico de J.K. Rowling, puesto que ha dirigido las cuatro últimas entregas de Harry Potter, estas dos primeras de Animales fantásticos y tiene anunciadas tres películas más de esta saga de aquí a 2024. Así que salvo que se retire por algún motivo personal o que la franquicia se suspenda por resultados se taquilla, Yates permanecerá sumergido en este mundo paralelo bastante tiempo. A juzgar por el arranque que Los crímenes de Grindelwald ha tenido en la taquilla, parece que la saga va a continuar.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Sergio y Serguéi, amistades peculiares

Sergio y Serguéi es una coproducción hispano cubana que nos ofrece un original planteamiento: una combinación entre cine costumbrista de la sociedad cubana y la aventura espacial, algo así como un cruce entre Guantanamera y Gravity. Lo más curioso es que las tramas que se entrelazan están basadas en hechos reales.

A principios de los 90, un profesor de filosofía marxista en La Habana llamado Sergio, que es sus ratos libres es radioaficionado, contacta por radio con un astronauta ruso llamado Serguéi, que se encuentra solo en la estación espacial y sus compatriotas no lo pueden traer de vuelta a la Tierra porque a raíz de la Perestroika, la URSS ya no existe y no tienen medios para la operación de retorno del cosmonauta. Sergio, a su vez, suele hablar por radio con un estadounidense llamado Peter que tiene contactos con el mundo del espionaje y está un poco de vuelta de todo.

A Peter lo interpreta Ron Perlman, el mismísimo Hellboy, que también está acreditado como productor ejecutivo. La producción española corre a cargo de Mediapro, con Jaume Roures al frente. El director es el cubano Ernesto Daranas y los protagonistas son ambos cubanos, tanto el que interpreta a Sergio, que es Tomás Cao, como el que encarna a Serguéi, que es Héctor Noas.

La película está rodada en español, inglés y ruso. Con este mestizaje de idiomas y culturas, el filme encierra un mensaje sobre la amistad por encima de ideologías, creencias, culturas o procedencias. Primero somos personas, amigos, y luego ya veremos. Con un mensaje tan positivo y una historia tan original, resulta curioso que esta cinta pasara por la cartelera sin pena ni gloria. No obstante, hay que reconocer que no es una película redonda, no por sus valores humanos, que los tiene, sino por sus valores puramente cinematográficos.

Sergio y Serguéi se ve lastrada por un problema en los cambios de ritmo. Entrelazar temas muy dispares puede resultar fantástico cuando se hace la mezcla correctamente, pero en este caso hay elementos que chirrían un poco, ya que determinadas partes de la historia requieren un ritmo distinto que le aporte más garra, más fuerza, y no lo tienen.

Aún así, la película es muy agradable de ver. Tiene un humor caricaturesco en la línea de El concierto, y aunque no sea redonda, creo que sí es inspiradora por la originalidad de la propuesta, un oasis en medio de este desierto creativo formado por un exceso de secuelas, precuelas, «reboots», «remakes» y «crossovers» de lo ya conocido.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Diario de producción: «teaser» póster

Pues aquí tenemos el «teaser» póster de El laberinto de las almas, un «thriller» ambientado entre Madrid y Jerusalén. La producción sigue avanzando y la película va tomando forma. Seguiré informando.

martes, 6 de noviembre de 2018

¿Qué opináis de esta escena?

Atención, este post podría constituir un «spoiler» de Bohemian Rhapsody para quienes no la hayan visto aún. Hay una escena de la película cuya ejecución me ha llamado especialmente la atención y quiero analizarla más en profundidad y ver qué opináis quienes hayáis visto ya la película. Por eso, le dedico esta entrada en solitario, aparte de la reseña habitual de los estrenos que suelo hacer.

La escena es la siguiente: a Freddie Mercury le han diagnosticado que tiene SIDA y la secuencia está acompañada de la canción Who wants to live forever, compuesta por Brian May en 1986 para la banda sonora de la película Los inmortales (Highlander), y que a mí, personalmente, me encanta.

Por un lado, la escena queda muy bien. La canción es estupenda, muy emocional y le sienta como un guante al momento retratado, tanto por lo emotivo como por su mensaje. Sin embargo, ya que se ha seleccionado una canción que no corresponde a aquel momento, sino que es posterior, se me antoja que deberían haber usado la de The show must go on, que está relacionada directamente con el tema, ya que la compuso Brian May para Freddie Mercury en 1991, cuando este estaba casi en fase terminal. De hecho, esta canción se utiliza de forma muy parecida en el filme Moulin Rouge, cuando a la protagonista le diagnostican tuberculosis.

En fin, que la escena está bien, pero me chocó que haciendo hincapié en el tema de la enfermedad, no sonara The show must go on en ningún momento. ¿Qué opináis al respecto?

sábado, 3 de noviembre de 2018

Vámonos de concierto: Bohemian Rhapsody

La trayectoria de Bryan Singer está jalonada de películas muy bien acabadas técnicamente, impecablemente rodadas, pero en general, un tanto frías a nivel emocional. Ejemplos de ello los tenemos en los éxitos de las dos primeras entregas de los X-Men, o en Valkiria, así como en la fallida Superman returns. Ahora, además de seguir con su impoluta puesta en escena, consigue hacer vibrar al espectador con su nueva película: Bohemian Rhapsody.

La película nos cuenta la historia de los míticos Queen desde la formación de la banda en 1970 hasta su aclamada actuación en el festival Live Aid de 1985 en el estadio de Wembley. Todas las escenas de conciertos, especialmente el último, están rodados con una fuerza y energía desbordantes. Además, muchos apuestan por el actor Remi Malek, que encarna a Freddie Mercury, como posible candidato para los próximos Óscar. Realmente, ofrece una interpretación soberbia, magnética, inquietante. Sin embargo, también es de justicia reconocer la fantástica recreación que Gwilym Lee hace de Brian May. Ciertamente, el personaje del famoso guitarrista no da tanto juego al lucimiento actoral como los excesos y extravagancias del cantante, pero el caso es que tanto Remi como Gwilym consiguen hacernos creer que estamos viendo en la pantalla a los auténticos Freddie y Brian respectivamente.

Los conflictos personales entre los personajes están tratados con convicción, tanto cuando la situación se presta más al tono cómico como cuando la cosa se pone más dramática. En eso la película está muy equilibrada. No obstante, lo que impera en todo el metraje, es sin duda alguna, la música, que hace que ir a ver Bohemian Rhapsody sea como asistir a un superconcierto en una sala de cine. La pantalla se transforma en un escenario cargado de ritmo y energía. Es potente, inspiradora, un gran espectáculo, es Queen, es... Bohemian Rhapsody.