Entrada destacada

Óscar 2024, historias en torno a la guerra

Óscars 2024. Fuente: perfil.com Aunque siempre hay guerras y conflictos en alguna parte del mundo, hay periodos en que el ambiente bélico co...

Busca en Galax Pictures Cine Blog

lunes, 27 de julio de 2020

Los iconos cinematográficos de dos en dos: Harrison Ford

Saltó a la fama encarnando al contrabandista espacial Han Solo y se consagró como estrella en la piel del arqueólogo aventurero Indiana Jones. Él es Harrison Ford, el rey de la carambola. ¿Y por qué digo esto? Porque los dos grandes papeles de su carrera le llegaron de rebote. Ha dado vida a dos iconos del cine sin comerlo ni beberlo, ya que ha sido la mayor estrella de los dos grandes proyectos cinematográficos de George Lucas contra la voluntad de este.

Ford trabajaba de carpintero en los estudios de Lucas. Ambos se conocían y se llevaban bien, así que Lucas le dio un papel en su segunda película, American Graffiti. Sin embargo, George no quería volver a contar con él en otros proyectos porque no quería que se le identificase como un director con actor fetiche, quería rostros nuevos en cada película que hiciera. La siguiente era La guerra de las galaxias y Ford le ayudó con el casting dando réplicas a los actores durante las pruebas. Para el papel de Han Solo, tras varias sesiones sin encontrar al candidato adecuado, Lucas se dio cuenta de que Ford era quien mejor encajaba en el papel. Y fue todo un acierto. El resultado fue tan bueno que ha sido el único de entre sus compañeros de reparto que se convirtió en gran estrella. Carry Fisher siguió trabajando toda su vida, pero desde luego la gente siempre la conocerá por la Princesa Leia y en su carrera posterior no llegó a alcanzar la popularidad de Ford en otros papeles. Y un poco le pasó lo mismo a Mark Hamill, el joven Luke Skywalker. En la actual saga compuesta de nueve episodios, Han Solo sale en cuatro: los episodios IV, V, VI y VII.


Con la saga de Star Wars en marcha, Lucas tenía otro gran proyecto, el de una serie de aventuras ambientada en los años 30. Steven Spielberg, que estaba en alza, quiso dirigir una película de la saga de James Bond, pero los responsables de la misma no lo vieron claro. Spielberg acababa de tener su primer patinazo en taquilla con la comedia 1941, y sabía que su siguiente película debía ser un éxito si no quería ver hundida su carrera y habló con su amigo Lucas. Steven le contó su intención de hacer una de 007 y George le dijo: «Tengo algo mejor». El resultado fue En busca del arca perdida. El propio Spielberg le sugirió a Lucas que Harrison Ford fuese el protagonista, pero Lucas se negó nuevamente, y más ahora que ya era la estrella de su saga espacial. Hicieron pruebas a numerosos actores y el que más les convenció fue Tom Selleck, pero en ese momento no podía hacer la película por su compromiso con la serie de TV Magnum. Entonces Spielberg volvió sobre la opción Ford y Lucas claudicó. Lo demás es historia. Cuesta imaginar al popular arqueólogo con otro rostro que no sea el de Ford. Se hicieron tres películas durante la década de los 80. Al arca perdida le seguirían Indiana Jones y el templo maldito e Indiana Jones y la última cruzada. En 2008 llegaría una nueva aventura ambientada en los años 50, con el personaje envejecido a la par que el actor en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Actualmente está prevista una quinta entrega.

lunes, 20 de julio de 2020

Los iconos cinematográficos de dos en dos: Arnold Schwarzenegger

Arnold Schwarzenegger, culturista profesional, campeón varias veces de los títulos de Míster Universo y Míster Olympia. Como a todo deportista de élite le llegó el momento de retirarse de las competiciones y el coloso austríaco fue a probar suerte en el cine. Tras debutar en 1970 con Hércules en Nueva York, acreditado como Arnold Strong, su gran lanzamiento llegaría doce años después con Conan, el bárbaro y dos años después se consagraría como estrella del cine de acción con Terminator. Conan y Terminator, el guerrero y el «cyborg», dos iconos de la gran pantalla con un mismo rostro, el de Arnold Schwarzenegger.

El icónico personaje de la literatura de espada y brujería, Conan, tuvo su puesta de largo cinematográfica de la mano de John Milius en una película rodada en buena parte en España. De hecho, Jorge Sanz interpretó al protagonista de niño, y la madre del bárbaro fue encarnada por Nadiuska. Reconocibles son los paisajes maravillosos de la geografía española, como por ejemplo, la Ciudad Encantada de Cuenca. El éxito de esta producción fue rotundo, lanzando al estrellato a Arnold y dando lugar a una secuela, Conan, el destructor, en 1984. Durante muchos años estuvo circulando la intención de la tercera parte, que sería Conan, rey, pero nunca se llegó a hacer. Incluso cuando Arnold volvió al cine tras su paso por la política como gobernador de California, se volvió a hablar del tema, ya que incluso por el tema de la edad era más idóneo en ese momento que anteriormente. Lo último que se anunció sobre este proyecto es una nueva entrega con el título de The legend of Conan, pero aún no se sabe para cuándo.
El mismo año que la secuela de Conan, se estrenaba Terminator, de James Cameron, en la que Schwarzenegger encarna a un «cyborg», una máquina con aspecto humano, enviado al pasado y programado para encontrar y matar a Sarah Connor, la madre del futuro líder de la resistencia en la lucha de los hombres contra las máquinas en un futuro distópico. Los humanos envían también a un soldado para proteger a Sarah. En principio James Cameron había fichado a Schwarzenegger para el papel del soldado, pero fue el propio Arnold quien le propuso hacer de robot. Lo demás es historia.

El concepto fue rompedor y cuajó muy bien, aunque el tiempo no la ha tratado bien a nivel técnico, al contrario que su secuela, Terminator 2: el juicio final, en la que se repite la historia, pero unos años más tarde y en este caso el objetivo es el propio líder, John Connor, cuando era niño. En este caso, los dos enviados eran «cyborgs», pero el malo más sofisticado que el bueno, y esta vez a Schwarzenegger le tocó ser el bueno, signo de los tiempos. En ese momento ya tenía una imagen que mantener. Esta secuela supuso un punto de inflexión en la industria de los efectos especiales por la creación de efectos por ordenador y ha soportado bastante bien el paso del tiempo, siendo hoy en día la mejor de la saga. Después James Cameron cedió los derechos para que otros produjesen más secuelas, las cuales fueron perdiendo cada vez más fuerza. Terminator 3: la rebelión de las máquinas, Terminator Salvation, Terminator Genesis. En principio, la que parecía más interesante era Salvation, ya que se planteaba recrear más a fondo el mundo futuro esbozado en las anteriores, pero se centró tanto en el personaje de John Connor, interpretado por el siempre eficaz Christian Bale, que ni siquiera salía un T-800, es decir, el modelo al que encarna Schwarzenegger, y claro, una película de Terminator sin Arnold no es lo mismo. Es la única entrega en la que no ha participado. Tras varios años del acuerdo de cesión de la saga, James Cameron recuperó los derechos cedidos y produjo él su propia tercera entrega, es decir, obviando las demás que hicieron otros en estos años, con Terminator: destino oscuro, que ha creado división de opiniones entre los fans de la saga. A mí, personalmente, me gustó.

domingo, 12 de julio de 2020

Los iconos cinematográficos de dos en dos: Sylvester Stallone


Con este post inicio una serie dedicada a algunos actores que han dado a la historia del cine dos iconos, de los cuales uno ha supuesto para el actor su lanzamiento al estrellato y el otro su consagración definitiva como estrella de Hollywood. Empezamos con Sylvester Stallone, que se lanzó con Rocky y se consagró con Rambo. Para bien o para mal, dos personajes icónicos de la historia del cine.

Rocky se ha convertido en símbolo de la cultura del esfuerzo, de luchar para ganar, de autosuperación, de saber aprovechar las oportunidades que te brinda la vida. En los años 70, Stallone quería ser actor pero la industria no se lo puso fácil. Escribió el guion de Rocky, que gustó mucho a los productores, y puso como condición que debía ser él quien protagonizase la película. El resto es historia. Doble nominación para Stallone en los Óscar, como mejor guion y mejor actor, y ganadora de los Óscar con tres estatuillas: mejor película, director y montaje.

La película la dirigió John G. Avildsen, a quien Stallone requirió años más tarde para dirigir Rocky V, pero entre medias, el propio Sylvester se encargó de dirigir las secuelas II, III y IV, que también cosecharon momentos que dejan huella para seguir alimentando la leyenda, como el tema musical «Eye of the tiger», del grupo Survivor en Rocky III o el mítico enfrentamiento con el boxeador soviético Ivan Drago, interpretado por Dolph Lundgren en Rocky IV. Años después, cuando ya se creía por concluida la saga, Stallone decidió hacer dos nuevas entregas a modo de epílogo de sus dos míticos personajes con los nombres y apellidos de cada uno en el título: Rocky Balboa y John Rambo, respectivamente, con mejor fortuna en su reencuentro con el boxeador que con el veterano de guerra. Con Rocky Balboa, Stallone dio por concluida la mítica saga, pero poco después le propondrían una oferta que no podía rechazar: convertir a Rocky en el entrenador del hijo de Apollo Creed en la película Creed, con la Stallone ganó el Globo de Oro a mejor actor de reparto y volvió a estar nominado al Óscar.
Tres años después de Rocky, y con sus secuelas en marcha, protagonizó Acorralado (First blood), adaptación de la novela First Blood de David Morrell sobre un veterano de Vietnam llamado John Rambo, un soldado de élite que al regresar a su país se encuentra con la dura realidad de una sociedad que le repudia en vez de verlo como un héroe. Vagabundeando llega a un pueblo donde es maltratado por los policías locales y reacciona como si estuviera en el frente de batalla. La película tuvo tal éxito que conoció una secuela, Rambo: Acorralado parte II, en la que el propio Stallone escribió el guion junto a James Cameron. En ella, Rambo es reclutado para una misión secreta en Vietnam, que consiste en ir a un campamento a tomar fotografías que prueben si quedaron o no compatriotas estadounidenses presos tras la guerra. La película tuvo tal impacto que fue realmente esta la que convirtió a Rambo en mito, en icono. Incluso creó escuela y se decía de las películas de comandos que eran «tipo Rambo». Conoció una tercera parte, Rambo III, en la que el aguerrido soldado es reclamado de nuevo para una misión especial en Afganistán durante la ocupación soviética del país, donde su amigo, el coronel Trautman, ha sido hecho preso por el enemigo. Así decía el eslogan de la película: «La primera vez por él mismo, la segunda por su país, esta vez es por su amigo.»

Como decía antes, el epílogo tardío John Rambo no cuajó del todo bien, se trataba de ayudar a unos misioneros en Birmania y la película es una escabechina con más sangre que las tres anteriores juntas pero le faltaba algo. El año pasado volvió de nuevo el mito en Rambo: Last blood, en la que John lleva ya unos años de vuelta en Estados Unidos en el rancho de su familia. Su ahijada es secuestrada por una banda mexicana dedicada a la trata de blancas y por supuesto se enfrenta a ellos. En mi opinión, sin ser una maravilla, es mejor que la anterior entrega.

En resumen, ocho veces interpretando a Rocky y cinco a Rambo a lo largo de cinco décadas, Sylvester Stallone nos ha legado dos iconos, dos personajes míticos que han dejado una marcada huella en la historia del cine.