En noviembre de 1976 se estrenaba en Estados Unidos Rocky, una película de bajo presupuesto sobre un boxeador de categorías inferiores al que un día se le presenta la ocasión de competir contra el campeón del mundo Apollo Creed. Se trata de un truco publicitario en pro de la imagen pública del campeón, mostrando su generosidad de dar una oportunidad a los más desfavorecidos en aras de ensalzar el espíritu del sueño americano. Sin embargo no contaban con que el adversario escogido iba a aferrarse con todas sus fuerzas a esa oportunidad para cambiar de vida.
La película se ha convertido en paradigma de la consecución del éxito a través del esfuerzo, la perseverancia y la fuerza de voluntad. El personaje es a día de hoy un icono no solo del boxeo y del cine, sino también de lucha, coraje y afán de superación. Y la célebre música de Bill Conti es ya para muchos legendaria y motivadora.
Sylvester Stallone, empeñado en ser actor y harto de que le cerraran todas las puertas, escribió el guión de Rocky y consiguió venderlo a los productores, pero puso como condición innegociable que él mismo debía interpretarlo. El resultado fue una película de ajustado presupuesto, dirigida por John G. Avildsen, que triunfó tanto a nivel de crítica como de público y se alzó como ganadora de los Oscar con tres estatuillas: mejor película, director y montaje, de un total de diez nominaciones. Varios actores estaban nominados pero ninguno fue premiado. En la categoría de mejor actor de reparto estaban Burguess Meredith y Burt Young, que encarnaban en la película al entrenador y al cuñado de Rocky respectivamente. Talia Shire, en el papel de Adrian, la novia del púgil, estaba nominada a mejor actriz principal y el propio Stallone a mejor actor principal, además de tener otra nominación como guionista. También el sonido y la música estaban nominados.
Tras el éxito cosechado Stallone inició una serie de secuelas poniéndose él mismo a dirigir la segunda, tercera y cuarta entregas. En la quinta, de 1990, volvió a contar con John G. Avildsen, para dar cierre a la saga. El año anterior había estrenado la tercera parte del otro icono cinematográfico que ha marcado su carrera: el veterano de guerra John Rambo, y después no volvió a interpretar a estos personajes durante la década de los 90.
Sin embargo años después, Stallone decidió escribir y dirigir sendas películas de ambos personajes a modo de epílogo, de secuela crepuscular. De este modo llegaban a las pantallas Rocky Balboa en 2006 y John Rambo en 2008. La nueva entrega de Rocky tiene la gran virtud de subir al ring a un púgil sexagenario y hacerlo verosímil, cosa que a priori no resulta fácil.
Sobre Rambo se estuvo rumoreando la posibilidad de un quinta entrega con el personaje enfrentado a un cártel mexicano, pero a día de hoy no ha llegado a cuajar. Sin embargo en lo que concierne a Rocky sí tenía la seguridad de que esa era la última vez que lo interpretaría, hasta que llegó el joven director y guionista Ryan Coogler y convenció a Stallone para interpretar una vez más a Rocky en Creed, esta vez en calidad de entrenador del hijo de su antiguo amigo y adversario Apollo Creed.
Esta vuelta al personaje 40 años después le ha valido ganar el Globo de Oro y volver a estar nominado a los Oscar, esta vez como mejor actor de reparto. En los años 70 también Al Pacino fue nominado dos veces por el mismo personaje, Michael Corleone, tanto a los Globos de Oro como a los Oscar en la primera y segunda entregas de El Padrino, pero no ganó en ninguna ocasión. Incluso a los Globos de Oro le volvieron a nominar por tercera vez en El Padrino III y tampoco se lo llevó. A las nominaciones de Stallone por un mismo personaje le separan cuatro décadas, y finalmente ha conseguido uno de los galardones, tras haber encarnado al personaje en siete ocasiones. El triunfo del esfuerzo y la perseverancia tanto dentro como fuera de la pantalla.
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