El director británico James Marsh, artífice de documentales como por ejemplo Man on wire, dirige la adaptación de la autobiografía de Jane Wilde, la primera esposa del aclamado cosmólogo Stephen Hawking, en un emocionante y conmovedor biopic de una de las mentes más brillantes de la ciencia de las últimas décadas, que lleva por título La teoría del todo.
Una historia sobre cómo el amor puede combatir a la muerte y unir a dos personas de creencias contrapuestas. Él es ateo, ella anglicana practicante. A él le diagnostican ELA a los 21 años, en los albores de su noviazgo con Jane y de realizar sus estudios de doctorado. Los médico le pronostican dos años de vida. Ella decide seguir adelante y se casan. Hoy en día Hawking tiene 73 años y se ha convertido en uno de los científicos más prestigiosos del mundo.
Sin duda es una historia digna de llevar a la gran pantalla, y el director James Marsh lo hace con buen oficio. Desde un punto de vista técnico destacaría como grandes virtudes del film la puesta en escena y la fotografía. Por otro lado la partitura del compositor islandés Jóhann Jóhannsson, responsable también de la música de Prisioneros, resulta deliciosa, un placer para el oído.
Los actores son muy buenos, especialmente la pareja protagonista. Eddie Redmayne, el joven Marius de Los Miserables, encarna con enorme verosimilitud a Stephen Hawking. Su composición del personaje es impecable. Pero sin duda la que destaca por encima de todo el elenco es Felicity Jones en el papel de Jane Wilde, la abnegada y luchadora esposa de Stephen, que logra no sólo encarnar con gran convicción al personaje sino además transmitir todo un abanico de emociones: embelesamiento, dolor, sacrificio, entereza, admiración, tristeza. Su vida es como una montaña rusa emocional y la joven actriz lo transmite.
Es cierto que la película trata de la vida de un genio, una historia de superación y de amor, un debate entre razón y Fe, pero por encima de todo es un relato sobre el ser humano, con sus virtudes y debilidades, que trasciende más allá de clichés y etiquetas superficiales, sin regodearse en la tragedia, sin tremendismos, simplemente mostrando personajes veraces, bien trazados, con calado dramático. Una película que conmueve.
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