Gracias a Sensacine por el preestreno de La conspiración del silencio, que contó con la presencia del director y el actor protagonista.
Muchos conocen los famosos juicios de Nüremberg, aquellos en que los Aliados tras ganar la II Guerra Mundial juzgaron a los oficiales nazis por crímenes contra la humanidad. Una historia que además contó con una adaptación al cine en la película Vencedores o vencidos, repleta de grandes estrellas como Spencer Tracy, Burt Lancaster, Montgomery Cliff o Richard Widmark.
Menos conocida es la historia de otros juicios, los que llevaron a cabo los alemanes en 1963 contra los ex-oficiales nazis que tomaron parte en el exterminio realizado en el campo de concentración de Auschwitz. En general se sabe lo que allí ocurrió, pero lo interesante del caso es que si hoy día se conocen esos hechos es gracias al coraje de unos hombres que se opusieron a guardar silencio sobre aquello. Al terminar la Guerra los ex-oficiales volvieron a la vida civil recolocándose en distintas posiciones, y en la sociedad alemana se hizo una especie de silencio para olvidar esos hechos, ya que quien más y quien menos tenía algún pariente o alguien cercano que había pertenecido al Partido, así que muchos querían olvidar sin más, no pensar en ello y seguir adelante.
Sin embargo entre 1958 y 1963 se realizaron investigaciones para llevar a juicio a los responsables de las atrocidades cometidas en Auschwitz. Esta es la historia que nos cuenta La conspiración del silencio, una producción alemana que relata minuciosamente este hecho histórico. Para la película crean un personaje en el que se centra el trabajo de investigación. Todo lo que se refiere a su vida privada y su evolución emocional a lo largo del proceso es ficción, pero todo el cómo se llevó a cabo la investigación es verídico y ha sido exhaustivamente documentado.
La película es muy correcta en todos sus aspectos, desde las interpretaciones de los actores hasta la puesta en escena y la ambientación de la época. A nivel de intensidad dramática el film va de menos a más. Comienza algo tibia, falta de garra, de chispa, pero a medida que avanza el proceso que relata así como el metraje, va ganando intensidad y al final deja satisfecho al espectador.
Una buena película resuelta con oficio por el director Giulio Ricciarelli, actor alemán de origen italiano que debuta en la dirección de largometraje con este film. El protagonista, Alexander Fehling, da la talla para llevar el peso protagonista de la historia. Entre los secundarios cabe destacar también la interpretación de la actriz Friederike Becht y el actor André Szymanski, en el rol del periodista Thomas Gnielka, que sí es un personaje real en la historia.
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