Licencia para matar ha sido una de las películas de la saga Bond menos valoradas por crítica y público, y sinceramente, me parece injusto. La he visto muchas veces en los últimos años y cada vez que la veo y que pasa más el tiempo, me parece más interesante. Por eso, aprovechando que este año se han cumplido treinta años de su estreno, ya que es de 1989, me parece un buen momento para reivindicarla y exponer los motivos por los que creo que merece mayor consideración de la que a menudo se le ha dado.
En primer lugar hay que decir que el protagonista es Timothy Dalton, que solo hizo dos películas, pero su encarnación de 007 es magnífica. No hizo más filmes por problemas de agenda para continuar en la saga, no porque no quisieran contar con él. En segundo lugar, la película cuenta con dos memorables actores encarnando a los villanos: un sanguinario narcotraficante interpretado sensacionalmente por Robert Davi y su despiadado secuaz al que pone cara un joven Benicio del Toro. La chica Bond esta vez fue Carey Lowell, que no es ni mejor ni peor que otras de la saga, simplemente está a la altura de las circunstancias. En tercer lugar, las escenas de acción están al nivel de espectacularidad y adrenalina que requiere la saga y el tema musical es estupendo, interpretado por la potente voz Gladys Knight.
¿Entonces que falló en Licencia para matar? Pues lo que en principio fue su talón de Aquiles, en mi opinión es lo que con el tiempo se ha convertido en su mayor virtud: su argumento. En esta ocasión, James Bond no se enfrenta a los malos por cumplir una misión del MI6, sino que se trata de una venganza personal. El peligroso narcotraficante Franz Sánchez mata a la esposa de Félix Leiter, agente de la CIA e íntimo amigo de Bond, y a Leiter lo deja mutilado. El Servicio Secreto le revoca la licencia a 007 para apartarlo del caso, pero él emprende por su cuenta la búsqueda de Sánchez para vengar a su amigo.
La película se iba a titular en principio «Licencia revocada», muy en la línea del argumento, pero en el último momento decidieron cambiarle el nombre por Licencia para matar. Que el villano no fuese un sofisticado megalómano que quiere conquistar el mundo y que James Bond se tomase la justicia por su cuenta le resultó chocante a cierto sector del público. Sin embargo, con el paso del tiempo, es precisamente esto lo que hace de Licencia para matar un título especial, diferente e interesante dentro de la extensa saga de uno de los iconos más emblemáticos de la historia del cine.
#JamesBond
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