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lunes, 4 de mayo de 2020

La emoción atemporal de la música en el cine

Es innegable que la música juega un papel fundamental en la transmisión de emociones en el cine al combinarse con las imágenes. Tanto es así, que a veces, una música anacrónica en una película se fusiona totalmente con la trama, porque no se trata de lo que nos muestra, de si en esa época existían o no esos sonidos, sino que lo que se trata es la emoción, lo que esa escena nos quiere transmitir. Lo explicaré un poco más en detalle con cuatro ejemplos.

1. Lady Halcón (1985): película de aventuras y fantasía ambientada en la Edad Media. La banda sonora fue de Andrew Powell, integrante de la banda de The Alan Parsons Project, cuyo estilo de música era la electrónica. En principio chirría pensar en ambientar una historia medieval con sintetizadores, pero la partitura tiene un aire tan aventurero y fresco que transmite perfectamente el espíritu que la película quiere reflejar.

2. Moulin Rouge (2001): una historia de pasiones desatadas en la época de la Bohemia, en París, en 1900. Es un musical que aglutina versiones de numerosos éxitos de la música pop y rock de todas las décadas, todas posteriores, naturalmente, a la época en la que transcurre la trama, pero que nos trasladan la emoción, la vibración de aquel espíritu de liberación artística que supuso la bohemia francesa.

3. María Antonieta (2006): Sofía Coppola hizo algo parecido para contar la historia de la reina María Antonieta en el siglo XVIII. La película comienza ya con una canción y unos créditos que nada tienen que ver una película de época pero sí nos transmiten el tono de rebeldía propio del personaje. Del mismo modo, hay una escena de un baile de máscaras en la que suenan temas de fondo como si hubiese un DJ, en plena corte francesa del siglo XVIII, pero queda bien, porque al fin y al cabo nos está mostrando un momento de fiesta, de dispersión de la protagonista, que se encuentra viviendo una situación muy complicada en su matrimonio por conveniencia con el rey.

4. El gran Gatsby (2013): el mismo director de de Moulin Rouge, Baz Luhrman, repitió un poco la idea en cuanto a ambientación para hacer una nueva versión de la celebérrima novela de Scott Fitzgerald. En este caso no se trata de un musical, pero la ambientación de las fiestas de los locos años 20 fusionando la música de entonces con ritmos más modernos, transmite al espectador del siglo XXI la energía de aquella época.


Para algunos, este tipo de anacronismos son algo negativo en las películas, pero personalmente opino que son acertados en el sentido de que no pretenden hacernos creer que en esa época se escuchaban esos sonidos, sino que se utiliza la música para empatizar con el espectador de hoy en día y transmitir las mismas emociones que sentían en el pasado las personas que escuchaban otro tipo de sonidos con los que sería más complicado de conectar para los espectadores actuales. No se trata de recreación histórica, sino de transmisión de emociones.

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