Tras Bad boys for life, Will Smith y Martin Lawrence vuelven en Bad boys: ride or die, esta vez con la misión de limpiar el nombre de su fallecido capitán al cual han mancillado relacionándole con una red de corrupción policial. Tiros, risas, y movimientos vertiginosos de cámara en un nuevo cóctel de acción y humor en el que la química de sus protagonistas sigue intacta.
Destacable el uso de la «snorri cam», una cámara que los propios actores llevan amarrada al cuerpo con un arnés y con la cual pueden cambiar de un primer plano suyo al plano subjetivo de lo que están viendo, simplemente girándola. El propio Smith lo explicó durante su gira de promoción de la película, señalando que ese arnés con la cámara pesa bastante y dificulta la movilidad del actor, pero el resultado vale la pena.
Repiten tras las cámaras los directores de la anterior entrega, Adil El Arbi y Bilall Fallah, y la fórmula sigue funcionando, siendo esta entrega tan entretenida como las anteriores. Lógicamente, ya no es tan original, pero sigue teniendo garra.
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