Al año siguiente, en 1988, Bruce Willis, popular por la serie televisiva Luz de luna, estrenaba La jungla de cristal, en la que un policía de Nueva York se enfrentaba a un grupo terrorista en un rascacielos de Los Ángeles durante la fiesta de Nochebuena de una empresa japonesa. Gracias al carisma de Willis, nació un icono: John McLane.
Dos años después, en 1990, tras el enorme éxito de la primera entrega, llegó la secuela La jungla 2: Alerta roja, que volvía a situar a McLane enfrentándose a un grupo terrorista en Nochebuena, esta vez en el aeropuerto de Dulles, en Washington D.C.
Y al año siguiente, en 1991, Willis y Black coincidían en otro proyecto navideño de acción como actor y guionista respectivamente: El último boy scout, dirigida por Tony Scott. Fue el guion mejor pagado en su momento. Se trata de una buddy movie en la que un detective privado en plena crisis matrimonial y un jugador estrella de fútbol americano que anda en horas bajas, unen sus fuerzas para desmantelar una red de corrupción en el deporte. Y toda la trama transcurre en fechas navideñas.
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