Venganza, amor, esfuerzo, compromiso, lealtad, traición, tiranía, todo ello se puede ver en La tierra prometida (The bastard), una película biográfica o «biopic» sobre Ludvig Kahlen. A mediados del siglo XVIII en Dinamarca, el rey Frederik V quiere colonizar un terreno en la zona de Jutlandia, que constituye un páramo incultivable, lleno de bandidos. Por otra parte, un despiadado terrateniente que vive junto al páramo es el amo y señor de la zona, por lo que no le interesa que ese terreno sea colonizado. Nadie se atreve a secundar el proyecto del rey, nadie tiene agallas para intentar ser el primer colono para atraer después a más, hasta que el capitán Kahlen, retirado del ejército, decide intentarlo y enfrentarse a la agreste naturaleza y al tiránico terrateniente.
La tierra prometida es una coproducción entre Dinamarca, Noruega y Alemania dirigida por el danés Nikolaj Arcel, que ha hecho cine en Dinamarca y debutó en Hollywood con La torre oscura. Encabeza el reparto Mads Mikkelsen, que ya había trabajado con el director en Un asunto real. Mikkelsen es siempre una apuesta segura y sigue alternando proyectos entre Dinamarca y Hollywood. De hecho, el año pasado lo pudimos ver como villano de Indiana Jones y el dial del destino, y antes en Otra ronda, Casino Royal, Rogue One, Después de la boda, en fin, que tiene una facilidad pasmosa para aparecer tanto en el cine europeo como en el estadounidense.
La tierra prometida tiene buena fotografía, ritmo correcto y algunos momento realmente impactantes. Una muy buena película sobre un hombre que desafió a la naturaleza y toda una sociedad por un ideal: su compromiso con el rey para llevar a cabo un proyecto en el que nadie creía. Una película muy completa tanto en envoltorio como en contenido, tanto en lo que se ve como en lo que trasciende.
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