Espada y brujería escandinava del siglo IX
El director de la peculiar El faro, Robert Eggers, nos ha traído este año El hombre del norte, una película violenta y salvaje sobre una leyenda de la cultura nórdica en la que Shakespeare se basó para escribir Hamlet. Un niño, llamado Amleth, ve cómo su tío mata a su padre, el rey, y se lleva a su madre. El niño huye y se hace adulto con una idea fija en su cabeza: vengar a su padre, salvar a su madre y matar a su tío.
El arranque es muy potente y el desenlace y final también, pero entre medias, durante el desarrollo de la trama, resulta un poco errática en ritmo y en la estructura narrativa. En papeles de hombre salvaje y tosco de pocas palabras en ambientes muy salvajes como Conan, el bárbaro, Noé o El renacido, es muy importante el carisma del actor, y la cuestión es que en este caso, Alexander Skarsgard no tiene el carisma que tuvieron en esos otros títulos Arnold Schwarzenegger, Russell Crowe y Leonardo Di Caprio respectivamente. Sí muestran más empaque los secundarios Nicole Kidman, Ethan Hawke y Anya Taylor-Joy. Sin embargo, su padre, Stellan Skarsgard, sí nos brindó a un vikingo desalmado, salvaje y carismático en El Rey Arturo (2004).
No obstante, la ambientación de El hombre del norte es impresionante, combinando hábilmente la fotografía, música y puesta en escena para recrear un mundo salvaje, tribal, hostil y sanguinario. Lástima esos dos puntos débiles, el carisma del protagonista y la bajada del pulso narrativo del director en el tramo medio de la película, que si fuesen de otra manera, podría ser una película de espada y brujería redonda.
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