Una intensa carrera marcada por las mentiras
Elvis es el nuevo espectáculo visual y musical de Baz Luhrman, el director australiano responsable de títulos como Moulin Rouge o El gran Gatsby. Al igual que en aquellas, Luhrman combina los estilos musicales de forma anacrónica para ambientar la película, aunque en este caso, lógicamente, predomina el rock and roll con buena parte del repertorio de Elvis Presley, pero fuera de lo que son las actuaciones del cantante, lo que es la música ambiental, sí que vuelve a jugar y fusionar distintos estilos sin importar la época, con la única finalidad de crear una emoción, un ambiente y un vibrante espectáculo.
La película está contada por el que fue su mánager durante más de 20 años, Tom Parker, interpretado formidablemente por Tom Hanks. No es la primera vez que Hanks interpreta a un mánager musical, ya lo hizo en The Wonders, su debut como director, pero en este caso se mete en la piel de un personaje real que además es muy complejo, muy oscuro, un gran farsante que manejó al cantante a su antojo, pero al mismo tiempo lo convirtió en la estrella que fue. Una relación llena de luces y sombras, de mentiras y éxitos, fue la que mantuvieron Presley y Parker durante tanto tiempo.
A Elvis lo interpreta Austin Butler, visto en un papel secundario a las órdenes de Tarantino en Érase una vez en Hollywood. Richard Roxburgh, el otrora Duque de Moulin Rouge, interpreta aquí al padre de Elvis. Las mujeres más importantes de la vida de Elvis, su madre, Gladys, y su esposa, Priscilla, están interpretadas respectivamente por Helen Thomson y Olivia DeJonge.
La película cuenta toda la vida Elvis Presley, no solo una época, en eso es «biopic» clásico, pero la forma de contarlo es al estilo Luhrman, es decir, nada de clásico. La música, la fotografía, los movimientos de cámara, el montaje, todo se combina con el peculiar estilo de su director, encaminado a ofrecer al espectador un impactante espectáculo audiovisual.
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