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miércoles, 27 de julio de 2022

Jurassic World: Dominion, la convivencia de las especies

 


Dos generaciones de personas preocupadas por los dinosaurios


Si algo tenían en común todas las películas de la saga jurásica iniciada por Steven Spielberg en 1993, es que siempre han sugerido la expansión de los dinosaurios más allá de las fronteras de una isla perdida o un parque temático. Desde la sutileza de la primera película con su mensaje de «la vida se abre camino» y ese plano final de las aves volando libremente, después de concienciarnos durante la película sobre el parentesco entre los dinosaurios y las aves. Luego, en El mundo perdido, llevan al continente a un T-Rex, con un desenlace tipo King Kong, como era de prever. En Jurassic Park III introducen los pterodáctilos, animales prehistóricos voladores, y también sugiere la expansión de estos seres. En la nueva trilogía, veinte años después, se han creado más dinosaurios. El parque, una vez abierto, vuelve a fracasar en seguridad con el desmadre prehistórico subsecuente y en la anterior entrega, Jurassic World 2: el reino caído, sacaban de la isla a un montón de dinosaurios para rescatarlos ante una erupción volcánica que arrasaría la isla. Pues bien, con esta trayectoria, lo lógico es pensar que en un momento dado nos tocaría ver cómo sería un mundo en que los dinosaurios y los humanos coexistan, un mundo en el que los dinosaurios se han expandido por todo el planeta. Ese momento ha llegado, y se titula Jurassic World: Dominion.

La película arranca con un formato de noticiario que nos sitúa inmediatamente en contexto, en un mundo en el que hay traficantes de dinosaurios, empresarios ambiciosos que siguen queriendo exprimir la tecnología sin importarles las consideraciones éticas, personas preocupadas por la preservación de los dinosaurios, etcétera,  y nos aporta dos cuestiones nuevas: pone sobre la mesa el caso de usar la tecnología de clonación genética con humanos y con insectos, de manera que tenemos a una niña que es un clon de su madre y que está siendo cuidada por los protagonistas de Jurassic World, Claire y Owen, y por otra parte tenemos una plaga de langostas gigantes que arrasa los campos de cultivo y que está siendo investigada por Ellie Sattler, de la primera entrega de Jurassic Park, la cual pide ayuda a sus antiguos colegas, Alan Grant e Ian Malcolm. Lógicamente, en una película de esta saga y de estas características, prima el espectáculo, pero los temas están ahí, sobre el tapete, por lo que a pesar de no profundizar mucho en ellos, no deja de ser interesante el exponerlos y que luego eso pueda dar pie al debate.

La película es muy trepidante y cambia mucho de localizaciones. Sí es verdad que hacia el final se desinfla un poco en emoción, pero es muy entretenida y tiene momentos muy interesantes como la parte que se desarrolla en Malta o los planos de los ataques de la plaga de langostas. En cuanto al mensaje de la película, sigue siendo de corte ecologista, como lleva ocurriendo desde la primera secuela, El mundo perdido, ya que la película original trataba más el aspecto ético del uso de la ciencia. Si bien en entregas anteriores se hablaba de la preservación de los dinosaurios, en esta se habla de la coexistencia entre las especies, ya que el escenario ha cambiado bastante al tenerlos entre nosotros en vez de confinados en una isla.

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