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jueves, 30 de junio de 2022

Cazafantasmas: más allá, esencia ochentera

 


Tendiendo puentes generacionales

El pasado mes de febrero fallecía el director, productor y guionista Ivan Reitman, artífice de grandes éxitos de comedias de los años 80 como Peligrosamente juntos, Los incorregibles albóndigas, Los gemelos golpean dos veces o Los cazafantasmas. Un par de meses antes llegaba a la cartelera española Cazafantasmas: más allá, la tercera parte de la saga iniciada en 1984 por Ivan Reitman, producida por él mismo, pero dirigida en esta ocasión por su hijo, Jason Reitman, quien también se ha dedicado, y se dedica actualmente, a la comedia, pero con un tono distinto al de su padre, más bien agridulce, más realista, de crítica social, con títulos como Juno o Up in the air.

Parece ser que al terminar la película, Ivan Reitman fue al estudio a verla y al finalizar, lloró y le dijo a su hijo que se sentía muy orgulloso de ser su padre, momento que conmovió profundamente a Jason. Esta nueva entrega de Cazafantasmas se desarrolla en la época actual, en la que han pasado más de treinta años de los acontecimientos ocurridos en la primera, y nos encontramos con una madre soltera con dos hijos adolescentes, a quien han desahuciado de su casa, y se van a una vieja y destartalada granja aislada en el campo, en un pueblo remoto, que han heredado del padre de esta mujer, abuelo de los niños, y que era uno de los cazafantasmas, que ha fallecido recientemente, pero llevaba alejado de su familia muchos años, aislado en este pueblo en el que ni siquiera hay buena cobertura de telefonía móvil y en el instituto todavía tienen un reproductor de vídeo VHS. En fin, un pueblo muy peculiar y muy ligado a los 80.

En este marco se desarrolla la historia, en la que cuando llegan a la granja, los niños empiezan a descubrir los antiguos artilugios de cazafantasmas de su abuelo y tirando del hilo van descubriendo todo lo que había pasado y por qué su abuelo hizo lo que hizo en su momento. Al desarrollarse en este entorno tan rural, logra crear una atmósfera muy peculiar que le da identidad propia a la película y contrasta con el ambiente urbano de Nueva York, donde tenían lugar las dos entregas anteriores.

Al estar la película protagonizada por adolescentes en un pueblo ochentero con aventuras, con fantasmas, con fantasía, nos remite no solo a Los cazafantasmas, sino también a otro gran éxito juvenil de esa época, Los Goonies, y rezuma esencia ochentera por todas partes. Es nostálgica, pero al mismo tiempo tiende puentes entre generaciones, lo cual es muy positivo.

Por otra parte, la película está dedicada Harold Ramis, que daba vida Egon Spengler, y que falleció en 2014, pero realmente la película es un homenaje de Jason Reitman al legado de su padre, y eso se nota en el cariño y el respeto con que lo ha tratado.

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