1992 fue un gran año para el cine de bajo presupuesto
Mientras en España vivíamos un momento histórico por la celebración de las olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, en la industria del cine, dos directores, uno mexicano y otro irlandés, hacían historia en Hollywood con pocos recursos.
Por un lado, el mexicano Robert Rodríguez triunfaba con su ópera prima, El mariachi, una película muy amateur que costó 7.000 dólares y recaudó unos dos millones, más o menos. Ganó el Festival de Sundance y su impacto mediático introdujo a su director en la industria del cine. Columbia le produjo la secuela, Desperado, con Antonio Banderas, que era el «latin lover» de moda en Hollywood en el momento, junto con la mexicana Salma Hayek. Y a partir de ahí ya desarrolló su carrera con su estilo personal de acción acrobática dentro de la intrincada maquinaria de industria de Hollywood a través de títulos como The faculty, la saga Spy kids y sus colaboraciones con Tarantino en Abierto hasta el amanecer, Four Rooms y Planet terror, su aportación al díptico Grindhouse, formado por esta junto a Death proof de Tarantino.
Su experiencia de rodar El mariachi, Rodríguez la plasmó en un libro titulado Rebelde sin pasta.
Al otro lado del Atlántico, el irlandés Neil Jordan, que ya tenía algunos títulos a sus espaldas, incluso alguno en Hollywood, como Nunca fuimos ángeles, estrenaba en el 92 la película Juego de lágrimas, con unos tres millones de presupuesto, que consiguió recaudar más de 62 millones en todo el mundo y ganó el Óscar a mejor guion original de las seis nominaciones que había conseguido. Película protagonizada por Stephen Rea, Jaye Davidson, Forest Whitaker y Miranda Richardson. También memorable el tema musical principal The crying game, una canción de los años 60 versionada por Boy George para este filme.
La siguiente película de Jordan fue el «blockbuster» hollywoodense Entrevista con el vampiro, con Tom Cruise, Brad Pitt, Christian Slater y nuevamente con Antonio Banderas.
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