Cartel de Oppenheimer |
La ganadora de los Óscar de este año, Oppenheimer, con siete galardones, es la culminación del cine de Christopher Nolan. Las películas de este director se caracterizan por ser experiencias sensoriales. Crean una atmósfera absorbente que mantiene pegado al espectador en la butaca. Una ambientación conseguida por la hábil combinación de la fotografía, la música y el montaje. Curiosamente, estas tres categorías han sido premiadas en los Óscar, junto a los dos actores, principal y secundario para Cillian Murphy y Robert Downey Jr, respectivamente.
La atmósfera inquietante de sus películas suelen ir acompañadas de historias con mucha acción, como Origen, Interstellar, Tenet, Dunkerque o la trilogía de El caballero oscuro. Sin embargo, en Oppenheimer, Nolan consigue esa tensión y ese ritmo con una historia de diálogos, sin acción, introduciendo imágenes oníricas de las visiones que Oppenheimer tenía cuando pensaba en cómo conseguir la fisión nuclear. Una historia en la que se enfrentan las inquietudes puramente científicas de la investigación y el descubrimiento de algo nuevo, con los intereses siniestros de políticos y militares por ganar la guerra.
Otra de las características del cine nolaniano es la fragmentación temporal de la narración. Aquí también está muy presente con la alternancia de la evolución de Oppenheimer hasta la prueba de la bomba, con la comisión de investigación que se le abrió años después de la guerra desacreditándole debido a las opiniones que tenía cobre ciertos temas que no interesaban a las altas esferas. Esta fragmentación funciona muy bien en los dos primeros tercios de película, pero en el tercio final, quizá se extiende demasiado, innecesariamente, en el desenlace, como ya le ocurría con Origen o Interstellar, por ejemplo.
No obstante, Oppenheimer es una muy digna ganadora de los Óscar, cosa que no todos los años se puede decir. Muy buena película en general. Para Christopher Nolan era su segunda nominación como director y la primera había sido también con el tema de la II Guerra Mundial, con Dunkerque. En aquella ocasión no introdujo de lleno en el campo de batalla y esta vez nos ha mostrado la trastienda, lo que se cocía en los despachos, laboratorios e instalaciones militares.
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