Ático sin ascensor es una película sencillamente deliciosa. Protagonizada por Diane Keaton y Morgan Freeman supone una llamada a recuperar el sentido común y la lógica natural de las cosas en una sociedad irracionalmente acelerada y enloquecida, donde la superficialidad y la banalidad nos han llevado a normalizar actitudes moralmente reprobables, como la competitividad agresiva en la que para captar un cliente se busca más el cómo embaucarlo que el cómo atraerlo para que se sienta a gusto con uno.
Esta crítica social subyace tras un tono de comedia romántica ligera muy agradable de ver, que se expone con una trama tan sencilla como eficaz: un matrimonio que lleva 40 años viviendo en un luminoso y entrañable apartamento de Brooklyn, se ve en la situación de plantearse cambiar de vivienda debido a que con su edad se hace cada vez más difícil vivir en el último piso de un edificio sin ascensor.
Dirige Richard Loncraine, responsable de películas como Firewall, Wimbledon o Ricardo III. La realización es convencional, dejando que los actores se luzcan y sean ellos los reyes de la función. Aunque la pareja protagonista son dos monstruos de la pantalla con buena química en escena, les secunda con gran convicción y presencia Cynthia Nixon, conocida por la serie de TV Sexo en Nueva York, en el rol de la sobrina del personaje de Keaton.
La música corre a cargo de David Newman, habitual compositor en comedias. Se pueden escuchar sus partituras en películas como Bowfinger el pícaro, Mi vida en ruinas, Los Picapiedra o Ice Age, por citar algún ejemplo.
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