Ian McKellen, conocido por encarnar a Gandalf en la saga de El señor de los anillos y a Magneto en la de X-Men, nos brinda ahora una soberbia interpretación en Mr. Holmes, un film de Bill Condon con el que ya había trabajado en Dioses y monstruos.
La película adapta la novela A slight trick of the mind, de Mitch Culin. El relato nos presenta a un Sherlock Holmes envejecido luchando contra la progresiva pérdida de memoria. Lleva treinta años viviendo solo con su ama de llaves, desde que Watson se casó y él se retiró. Su último caso le había dejado un fuerte trauma y no conseguía recordar exactamente cómo había terminado. Un día Holmes decide leer el relato de Watson sobre aquel último caso y percibe que el final ha sido cambiado, que en realidad no había concluido como se había publicado y decide escribir él mismo el relato del caso, pero para ello primero debe recordar.
El tiempo pasa de forma inexorable y nos afecta a todos, incluso a las mentes más privilegiadas. Ian McKellen está excelente en la piel de un anciano que trata de encontrar la verdad navegando en un mar de recuerdos del pasado que acuden a su mente como retales desordenados de una memoria fragmentada. Le secunda Laura Linney en el papel del ama de llaves, que realiza un gran trabajo a pesar de que el personaje no está muy desarrollado. También cabe destacar la prometedora intervención del niño Milo Parker en el rol del hijo del ama de llaves, que admira a Holmes y quiere seguir sus pasos como detective.
La puesta en escena es de corte clásico, muy elegante, con una estupenda fotografía así como amenizada por una deliciosa partitura de Carter Burwell, compositor habitual de las películas de los hermanos Cohen. De lo único que adolece la película es de ciertos altibajos en el ritmo narrativo. Por lo demás resulta una cinta muy notable en todos los aspectos.
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