No es ningún secreto la superficialidad y banalidad de las que se ha contagiado la sociedad actual. Los complejos de Peter Pan de algunos cuarentones, tanto de aquellos a los que les cuesta sentar la cabeza y admitir que el tiempo no pasa en balde, como otros que deciden sentarla teniendo hijos pero los crían con un comportamiento más infantil que el de los propios niños. También está el caso de los veinteañeros que van por la vida alardeando de un espejismo de falsa libertad que los acaba haciendo hipócritas. Y otros temas de interés a los que nos lleva la falta de ética como el primar el mero resultado por encima del modo en cómo se ha conseguido.
Todo este arco social lo expone el director y guionista Noah Baumbach en su película Mientras seamos jóvenes. La trama versa sobre una pareja de cuarentones que no han podido tener hijos y en vez de afrontar el problema lo obvian tratando de autoconvencerse de que su vida es maravillosa tal como está, hasta que los achaques de la edad empiezan a hacer mella. Entonces conocen a una pareja de veinteañeros que parecen saber lo que quieren y viven en una especie de falsa trascendencia, de manera que se dejan obnubilar por esa forma de vida desenfadada y despreocupada.
Protagonizan por un lado Ben Stiller y Naomi Watts, espléndidos ambos, y por otra parte Amanda Seyfried y Adam Driver, también muy correctos en sus personajes. Podemos encontrar en un papel secundario al veterano Charles Grodin, el otrora cabeza de familia de Beethoven, gran éxito de comedia familiar de los años 90.
Mientras seamos jóvenes resulta una comedia agridulce desarrollada en el ámbito de la industria cinematográfica de los documentales. El ritmo narrativo sufre alguna caída hacia la mitad del metraje. Sin embargo tanto el guión como el trabajo de los actores son estupendos. Personalmente me ha gustado el tema de ver los entresijos de los documentales, ya que cuando una película trata sobre cineastas lo más habitual es que se desarrolle en el ámbito de la producción de ficción. Un antecedente interesante en este tema es Delitos y faltas, de Woody Allen, en la que el propio Allen interpreta a un director de documentales. Y hablando del bueno de Woody, su sombra planea en el tono de esta película por la forma que tiene de retratar y criticar en clave cómica a cierto sector intelectualoide de la sociedad.
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