El cine se basa en un efecto óptico denominado persistencia retiniana. Cuando vemos una imagen al apartarla de la vista persiste en nuestra retina durante una fracción de segundo, de modo que si inmediatamente vemos otra imagen podemos asociar ambas y así nos parece que hay movimiento. Una película son un montón de fotogramas pasando uno tras otro a la velocidad adecuada para producir en el espectador esa sensación de movimiento.
Muchos fueron los precursores del cine. Hubo muchos inventos que trataban de conseguir esa ilusión de movimiento. Uno de los primeros fue el zootropo, inventado por el inglés William George Horner en 1834, que consistía en un cililindro con ranuras equidistantes, de tal forma que si se pone en su interior una secuencia de dibujos y se mira a través de las ranuras, al hacer girar el cilindro se produce el efecto de animación. Galax Pictures estrena su primer corto de 2008: El zootropo, un vídeo demostrativo sobre el funcionamiento de este invento. Cabe citar como curiosidad que las imágenes han sido grabadas con una webCam; lo antiguo grabado por lo moderno.
6 comentarios:
Está muy bien el video. Y ahora que lo pienso, qué interesantes son esas películas que ponen en evidencia, en algún momento de su relato, esta ilusión a la que deben su existencia.
Hasta pronto.
Curioso video y divertidas animaciones las de este juguete, sobre todo el caballo. Gracias Galax Pictures.
Muy muy interesante. Quién dice que los detalles técnicos aburren?? Me permito linkearte, amigo. Saludos.
Magnífico, si señor, eso fue el comienzo. Pero ya veremos como acaba. Me alegro de que Juan te lo haya linkeado en su blog, porque merece mucho la pena de verse. Saludos!!!
www.http//:pablocine.blogia.com
He disfrutado como una niña pequeña. Había oído hablar del zootropo pero jamás había visto uno en funcionamiento. Me ha encantado.
Muy original, Ramón.
Ramón:
Excelente artículo y hermoso corto. El corto me ha emocionado mucho. Es la verdad. Y muy buena la elección de la música. La ilusión del movimiento que hace volar a la paloma, bailar a un hombre, hacer movimientos de acrobacia a otro, danzar a una pareja (¿Ginger y Fred?) y correr a una cebra desconocida, me ha hecho pensar en esa otra ilusión, que me rodea cada día, que me hace bien y me hace mal, que está frente a mí cada vez que abro los ojos por la mañana. Esa ilusión de la que alguna vez, aunque no me guste, tendré que despedirme para siempre: La ilusión de vivir.
¡Felicitaciones, Ramón Ramos! Muy bien hecho.
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