Seis años después de conocer el maravilloso mundo de los videojuegos con Rompe Ralph, llega su secuela: Ralph rompe internet.
A la tradicional sala recreativa donde se forjó la gran amistad entre Ralph y Vanellope, llega una nueva máquina: un «router» para internet. Tras un percance de una jugadora con la máquina de Sugar Rush, el juego de Vanellope, el dueño del local decide retirar la máquina, ya que no le compensa pagar por la pieza de recambio que necesita para seguir funcionando, una pieza descatalogada que solo se puede conseguir de segunda mano a través de internet. Por eso, Ralph y Vanellope se lanzan a una gran aventura para encontrar el repuesto en el desconocido ciberespacio de la red y así salvar a Sugar Rush de ser desconectado.
La llegada de los ingenuos personajes de videojuegos a la red global, tiene un aire a comedias sobre gente del medio rural que viaja a la gran ciudad. El diseño de internet por dentro es sencillamente maravilloso, tanto visual como conceptualmente.
Además de la parte emocional, que la tiene, las escenas de acción trepidantes y los momentos divertidos, algunos realmente hilarantes, que también los tiene, la película ofrece un componente didáctico muy interesante para aprender cómo funciona internet. En el aspecto de trazado de personajes, nos aporta una reflexión sobre nuestras debilidades y sus consecuencias, si no somos conscientes de que las tenemos o no hacemos nada por corregirlas.
Ralph rompe internet está a la altura de su predecesora, algo que era difícil de conseguir dados la originalidad, creatividad y el factor sorpresa de aquella, pero lo consigue al crear un universo totalmente nuevo trasladando la acción al entorno de internet.
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