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lunes, 15 de enero de 2018

Molly's game, un nuevo retrato de Aaron Sorkin

En los últimos años, el guionista Aaron Sorkin ha realizado unos retratos nada complacientes de gente influyente como Mark Zuckerberg y Sean Parker en La red social, o del fundador de Apple en el filme que lleva su nombre: Steve Jobs. Las películas, dirigidas respectivamente por David Fincher y Danny Boyle, son inquietantes, perturbadoras. Son «biopics» o filmes biográficos, que escudriñan el lado más oscuro de los personajes retratados, pero sin condenarlos, sin juzgarlos, pero tampoco los ensalza ni trata de edulcorarlos. No son biografías hagiográficas, pero tampoco busca crucificarlos. Tienen una extraña mezcla de objetividad y subjetividad que guardan un mágico equilibrio, de manera que se componen unos personajes atractivos para el público, pero sin ocultar sus facetas más oscuras. Quizá sea la autenticidad de sus caracteres lo que los hace atractivos.

En esta línea, Sorkin nos trae un nuevo retrato, esta vez de una dama, en la película Molly's game. Se trata de la esquiadora profesional Molly Bloom, que tras retirarse y por una serie de circunstancias de la vida, acabó organizando las partidas de póker más elitistas de Los Ángeles y Nueva York. Tanto vivir en la cuerda floja, al límite de la ley y la ética, la llevó a ser detenida y juzgada. Todo este proceso es narrado en primera persona por la protagonista a lo largo de algo más de dos horas de metraje. Finalmente, el filme suscita un debate sobre la integridad moral muy sugestivo.

La protagonista es encarnada con energía y convicción por la carismática Jessica Chastain, con un registro de personaje similar al exhibido en El caso Sloane. La secundan Idris Elba, con una interpretación muy sólida en el rol de abogado, y Kevin Costner, en la piel del padre de la protagonista.

La música corre a cargo de Daniel Pemberton, el mismo de Steve Jobs. Además de él, otro miembro del equipo de esa película trabaja también en esta; el montador Elliot Graham, aunque en Molly's game no es el único. También aparecen acreditados como montadores Josh Schaffer y Alan Baumgarten, este último también implicado en el montaje de otro «biopic» reciente sobre una emprendedora: Joy.

Para Aaron Sorkin, Molly's game no es solo un guion más, sino también su debut como director. Se nota la influencia de los directores con los que ha trabajado anteriormente en el estilo visual y la puesta en escena. El resultado es una ópera prima muy prometedora. Será interesante seguirle la pista en su faceta tras las cámaras en el futuro.

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