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viernes, 27 de mayo de 2016

Mutantes egipcios en los 80

Gracias a Sensacine por una nueva cita con el mundo mutante en el preestreno de X-Men: Apocalipsis.

Bryan Singer vuelve a ponerse tras las cámaras en la tercera entrega de la saga de precuelas sobre los X-Men tras su regreso a la franquicia en la película anterior, Días de futuro pasado, esta vez bajo el título de X-Men: Apocalipsis. Es por tanto la sexta entrega del universo de mutantes, o la octava si contamos las dos aventuras de Lobezno en solitario.

La fórmula poco más da de sí. Las primeras críticas de esta cinta no fueron muy alentadoras, y fui a verla con las expectativas un poco bajas, esperando ver más de lo mismo. Realmente algo de eso hay, pero también es cierto que me sorprendió positivamente debido fundamentalmente a dos rasgos que le pueden conferir entidad propia: por un lado el punto de partida con mutantes del antiguo Egipto, que le da un toque exótico al conjunto y además trae ecos en cierto modo de Stargate, es decir, que se explica la tiranía de los faraones basada en ser superiores al resto de la población gracias a un poder otorgado por un gran avance tecnológico para aquella época. Este poder especial en Stargate era de origen alienígena y en X-Men: Apocalipsis es de origen mutante.

El segundo punto fuerte que juega a favor del film es el desarrollo de la acción principal en los años 80, concretamente en 1983, con diversos guiños y homenajes a la cultura pop ochentera, tanto en música, como en cine, series de TV y videojuegos. Le da un tono fresco, festivo, y para algunos incluso nostálgico.

Por lo demás no hay nada nuevo, pero lo mismo de siempre es espectacular. Los efectos digitales siguen estando al nivel esperado, el ritmo narrativo es bueno, y en general resulta un entretenido espectáculo visual de primera línea. Tan sólo creo que le sobra algo de metraje en la batalla final, que la dilatan demasiado innecesariamente.

En cuanto a la trama creo que se puede entrever con lo explicado anteriormente: un mutante superpoderoso del antiguo Egipto queda sepultado durante siglos y despierta en pleno siglo XX, concretamente en 1983. Al ver en lo que se ha convertido el mundo pretende arrasarlo y crear uno nuevo. El villano lo encarna el actor Oscar Isaac, el piloto Cameron Poe de Star Wars: El despertar de la fuerza, y lo interpreta con convicción, pero el personaje en sí no está bien perfilado en el guión, por lo que se queda en un villano muy prometedor al que no se ha sacado todo el jugo que podría haber dado.

Los seguidores de la serie encontrarán un episodio más con conexiones al resto de la saga, y quienes no sean conocedores del universo mutante la pueden disfrutar igualmente, ya que a pesar de los nexos con otros capítulos, todo lo que se muestra en el film es explicado con lo cual no hay riesgo de que el espectador neófito se pierda. Por tanto es una película muy vistosa, con buenos toques de humor y apta para disfrute tanto de fans como de público en general.

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