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lunes, 19 de marzo de 2012
La aguja en el pajar
El director de Billy Elliot y Las horas, Stephen Daldry, nos trae en esta ocasión Tan fuerte, tan cerca (Extremely loud & incredibly close), adaptación cinematográfica de la novela homónima de Jonathan Safran Foer. Cuenta la odisea de un niño aquejado del síndrome de Asperger en busca, por todo Nueva York, de una cerradura que supuestamente se abre con una llave que ha encontrado en su casa tras la muerte de su padre en el atentado del 11-S.
El síndrome de Asperger consiste en la dificultad de quien lo padece para mantener relaciones sociales normales. Sin embargo son personas de apariencia convencional y algo más inteligentes que la media, aunque no superdotados. Tiene ciertas connotaciones con el autismo. Sabiendo esto se puede apreciar que el personaje protagonista está bastante bien trazado. Sin embargo el talón de Aquiles del film estriba en que la enfermedad por sí misma no es muy conocida entre el gran público, y la película no lo deja del todo claro. Lo nombra muy por encima pero no hace cómplice al espectador de la dimensión del problema. La consecuencia es que vemos en pantalla a un niño de mal carácter y bastante resabiado, que a algunos les puede parecer cargante y a otros un tanto repelente, pero que en definitiva lo que sí es cierto es que no enternece al espectador, y eso en este tipo de dramas lacrimógenos puede ser un handicap a la hora de tocar la fibra sensible. Por ejemplo, cuando Barry Levinson presentó Rain man en 1988, el tema del autismo no estaba muy extendido pero la película era lo suficientemente didáctica para que cualquier profano en la materia comprendiera el mal que sufría el personaje de Dustin Hoffman, que por cierto le reportó un Oscar de la Academia por su interpretación.
También hay que reconocer que al final hay un giro de guión que consigue la provocar toda la emoción que el público llevaba esperando durante el resto del metraje. Se ha promocionado como una película "inspiradora", y realmente lo es en intenciones. En cuanto al resultado final se puede decir que sí, que consigue inspirar, aunque con menos intensidad de lo que cabría esperar. El ritmo narrativo es algo irregular, con momentos muy buenos y otros no tanto. El planteamiento del niño visitando a distintas personas en diferentes ambientes a lo largo y ancho de La Gran Manzana, recuerda en cierto modo al documental The human experience. Una emotiva partitura musical de Alexandre Desplat refuerza positivamente el resultado final de la cinta. Este compositor cuenta en su curriculum con las partituras de títulos muy potentes de los últimos años como El escritor, El discurso del rey o Un dios salvaje.
En cuanto a los actores, al igual que pasaba con La invención de Hugo, el protagonista infantil se ve bien arropado por grandes veteranos. En esta ocasión destaca especialmente Max Von Sydow, que estuvo nominado al Oscar como Mejor Actor de Reparto, en un rol sin palabras que sólo un gran actor puede llevar a buen puerto. Tom Hanks y Sandra Bullock interpretan a los padres del protagonista con su habitual buen hacer en pantalla. Hanks es un padre modelo que se implica en la enfermedad de su hijo fomentando su curiosidad por la investigación a través de juegos que consisten en prepararle expediciones por la ciudad, dejando diversas pistas que le obligan a hablar con desconocidos y así ayudarle a vencer su dificultad para relacionarse. Esto es lo que lleva al chico a emprender la infructuosa búsqueda para encontrar una cerradura en la ciudad NuevaYork, como buscar una aguja en un pajar. Por su parte Bullock tiene sus momentos y está muy correcta en su papel de viuda con problemas para sobrellevar ella sola la situación de su hijo. Cabe destacar también entre los secundarios a Viola Davis, muy aclamada últimamente por su papel en Criadas y señoras, y que también vimos hace un par de años en otro género totalmente distinto junto a Tom Cruise y Cameron Díaz en Noche y día. Por otra parte también podemos ver a John Goodman, visto recientemente en The Artist, quizá el menos aprovechado de los rostros conocidos que forman el elenco en un pequeño papel como portero de la casa donde viven los protagonistas. Finalmente el niño Thomas Horn, aunque ha participado en series de televisión, este es su debut en cine, y es de justicia reconocerle el mérito de una sólida interpretación.
En resumen una película muy emocional, con buena música, buenos actores, altibajos narrativos, y un problema de fondo poco explicado que le impide una mayor implicación con el espectador, al menos en un primer visionado. Quizá viéndola una segunda vez y con conocimiento de qué es exactamente lo que le ocurre al crío, se perciba de otra manera. Con todas y con esas el balance global es el de una buena película.
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Artículo destacado de la semana en Sensacine.
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