
Jugarse el alma de un hijo a cambio de ganar la vida eterna es una apuesta seria. Este es el tema de El imaginario del Dr. Parnassus (The imaginarium of Dr. Parnassus, 2009), el último delirio visual de Terry Gilliam, autor de entre otras Brazil (1985), El rey pescador (The fisher king, 1991) o Doce monos (Twelve monkeys,1995). La tentación, el amor o las relaciones paterno filiales se dan cita en un mundo surrealista.
Presentada en mayo en el pasado festival de Cannes, llega ahora a nuestras pantallas y no ha dejado indiferente a nadie; unos opinan que es sólo apta para fans de su director y otros afirman que es sensacional. Personalmente creo que es un película bastante notable, muy impresionante visualmente, tanto a nivel conceptual por el despliegue de imaginación demostrado como por el acabado técnico realizado para plasmar tales imágenes. Con un estupendo comienzo, quizá adolece en su parte central de alguna caída de ritmo y de cierta dispersión de objetivos durante la narración, defectos que consigue remontar sin problemas en el tercio final del film.
Los actores están correctos, tanto el veterano Christopher Plummer, inolvidable capitán von Trapp de Sonrisas y lágrimas (The sound of music, Robert Wise 1965) encarnando ahora al místico Dr. Parnassus, como los más jóvenes Andrew Garfield, visto en el papel de alumno rebelde en Leones por corderos (Lions for lambs, Robert Redford 2007) y Lily Cole en el rol de la hija del Doctor. Heath Ledger cumple su función con oficio, aunque no llega a ser brillante como su Joker en El caballero oscuro (The dark knight, Christopher Nolan 2008) por el que le concedieron el Oscar a título póstumo en la categoría de Mejor Actor de Reparto.
Gilliam apostó muy fuerte con este proyecto, especialmente al sacarlo adelante tras la muerte de Ledger que ocurrió a mitad de rodaje. Con una hábil maniobra de guión y la ayuda de los amigos del finado actor, se consiguió rematar la película. Existe en la historia un espejo mágico a través del cual se entra en la mente de Parnassus, un mundo fantástico en el que todo es posible. Este cambio de dimensión justifica una nueva caracterización del personaje, por lo que en las distintas transformaciones el fue interpretado por Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell. La película se convierte así en homenaje colectivo a Heath Ledger.
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