Tras la interesante película de espías La deuda, el director John Madden y la actriz Jessica Chastain vuelven a trabajar juntos en un nuevo thriller, esta vez de corte político: El caso Sloane (Miss Sloane). El filme nos acerca a los entresijos del mundo de los lobbies estadounidenses, lo que también se conoce como grupos de presión. La trama arranca con una comisión de investigación abierta contra la líder de un equipo por prácticas profesionales que violan el código ético del senado, durante una campaña en torno a la aprobación de una ley sobre la legislación del uso de las armas de fuego.
El personaje protagonista se perfila como una mujer extremadamente ambiciosa, metódica, egocéntrica, visceral y expeditiva, cuyo objetivo es ganar a cualquier precio y hace de la máxima «el fin justifica los medios» su bandera. Sin embargo tiene el contrapunto de implicarse en causas que de verdad le importan, o que realmente cree que es lo justo. Por tanto resulta un personaje ambiguo, ya que a pesar de no mostrar ningún escrúpulo en sus decisiones, sí demuestra tener ciertos principios al posicionarse en favor de una u otra de las partes de la causa. La cuestión es qué pesa más, si sus intenciones o los daños colaterales que su forma de trabajar ocasiona a la gente que la rodea. Y además también hay que tener en cuenta que ella muestra conductas éticamente reprobables en un sistema emponzoñado cuya catadura moral, en general, es todavía más reprobable si cabe.
Por tanto nos encontramos ante un personaje de gran calado, muy bien perfilado a nivel de guión y espléndidamente encarnado por Jessica Chastain, que tiene suficiente enjundia para generar un debate interesante sobre el código deontológico en el ámbito profesional. Además también el tema de los lobbies da de por sí mucho juego para debatir sobre la legitimidad ética de este tipo de organizaciones.
Como ya he apuntado antes, Jessica Chastain está formidable, desplegando un gran carisma en la pantalla. En general suele transmitir mucha fuerza en sus interpretaciones con su intensa mirada, pero en esta ocasión además lleva prácticamente todo el peso protagonista y lo hace muy bien. De entre sus compañeros de reparto destacan especialmente Mark Strong y Gugu Mbatha-Raw. En papeles secundarios podemos reconocer las caras de veterano conocidos como John Lithgow, Sam Waterston y Christine Baranski. Tal vez a alguno no les suenen los nombres pero al verlos en pantalla se reconocen enseguida como rostros habituales. Lithgow ya trabajó con Chastain en Interstellar. Waterston es más conocido por televisión que por cine, y Baranski es especialmente recordada por sus papeles en comedias como Una jaula de grillos, Mamma mia! o Bowfinger, el pícaro.
La película goza de buen ritmo narrativo, una adecuada fotografía que aporta una estilizada imagen del ambiente que recrea, y envuelta en una correcta partitura musical a cargo de Max Richter, compositor de la música en la reciente Morgan. En general El caso Sloane es un intenso e interesante thriller político con mucho jugo para el debate sobre la ética profesional.
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