Gracias a Sensacine por una agradable velada de cine con el preestreno de Vaiana, la nueva producción de Disney, que contó con la presencia de los directores del film Ron Clements y John Musker, responsables de éxitos como La sirenita o Aladdin.
Vaiana nos sumerge en la cultura mitológica de la Polinesia. Según cuenta la leyenda el semidiós Maui robó el corazón de la diosa Te Fiti, y esto provoca que el mundo se vaya deteriorando progresivamente. Miles de años después, cuando la devastación comienza dar los primeros síntomas de que el final se avecina, una niña polinesia es elegida por el océano para ir en busca de Maui y devolver el corazón a Te Fiti para así salvar al mundo.
El defecto más notorio que se puede achacar a esta película es que no arriesgan ni con el trazado de personajes ni con el desarrollo de la narración. Está muy bien realizada pero siguiendo una fórmula más que probada. El punto de partida con una adolescente que quiere descubrir mundo enfrentada a un proteccionista padre que no permite salir del lugar donde viven, nos remite inmediatamente a títulos como Buscando a Nemo o Los Croods. Y el perfil de la protagonista comulga con lo políticamente correcto del momento, resultando algo arquetípico, en la línea de Brave. En este sentido el cine de animación ha dado este año personajes más jugosos en Kubo y las dos cuerdas mágicas y también en Buscando a Dory. Incluso bajo el sello Disney resultaban más innovadoras, en lo que a personajes se refiere, películas recientes como Frozen o Rompe Ralph.
Las criaturas que sí me resultaron originales en Vaiana son unos piratas en forma de cocos mudos y malencarados, basados en unos espíritus traviesos de la mitología isleña del Pacífico, que protagonizan una genial secuencia de acción que recuerda muchísimo a Waterworld (1995), aunque sus directores sostienen que su referencia cinematográfica está más en Mad Max: Fury road (2015), pues se declaran fans del imaginario de George Miller. No en vano Waterworld se definió en su momento como una especie de «Mad Max pasado por agua», de hecho incluso el guion se parecía bastante al de Mad Max 2: El guerrero de la carretera (1981).
Vaiana hace gala de un encomiable trabajo de documentación para retratar el exotismo del mundo polinesio, en un proyecto que se ha desarrollado a lo largo de cinco años para dar lugar a una aventura acuática y mágica presentada como un potente espectáculo cinematográfico. Este trabajo de inmersión en este mundo se plasma en la pantalla a través tanto de las vistosas imágenes como de los sonidos étnicos que impregnan la banda sonora. Las canciones van muy en la línea de lo que Disney nos tiene acostumbrados, destacando especialmente dos de ellas: De nada (You're welcome), cantada por Maui muy en la línea lúdica y fresca de No hay un genio tan genial de Aladdin. Por otra parte está el tema central cantado por Vaiana titulado Qué hay más allá (How far I'll go) que posee una fuerza emocional equiparable al ¡Suéltalo! (Let it go) de Frozen.
Se acerca la Navidad y la magia de Disney impregna las salas de cine con una nueva y exótica aventura musical llamada a ser el taquillazo navideño de este año.
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