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sábado, 4 de abril de 2015

La digitalización de la consciencia

El director sudafricano Neil Blomkamp vuelve a la carga con otra historia de ciencia ficción ambientada en una convulsa y caótica Sudáfrica. Tras Distrito 9 y Elysium llega ahora Chappie, en que trata el tema de la inteligencia artificial llevada a su máximo exponente, el de la capacidad de digitalizar la consciencia del ser humano.

Muchos títulos a lo largo de la historia del cine han tratado el tema de los autómatas, desde la máquina humanoide de Metrópolis hasta los replicantes de Blade Runner, los cyborgs de Terminator, el robot dotado de vida por una descarga eléctrica en Cortocircuito, o el niño androide de Inteligencia Artificial. En todos ellos se pone sobre el tapete la cuestión de en qué medida una máquina puede aprender tareas de forma exponencial o puede llegar incluso a tener sentimientos y emociones, en definitiva hasta qué punto es plausible que un robot logre pensar y sentir por sí mismo independientemente de su programación original.

El año pasado se estrenaba la fallida Transcendence cuyo punto de partida era interesante en cuanto a que da una vuelta más de tuerca a todo este tema de la inteligencia artificial, de manera que plantea ya no el hecho de que una máquina pueda llegar a ser consciente sino que además un humano pueda perpetuarse en el tiempo transfiriendo su consciencia a una máquina y así sobrevivir a su cuerpo físico una vez muerto. En esta línea se mueve Chappie, que plantea las cosas de un modo más nítido que Transcendence pero que incluso es en este punto en el que flaquea el film por no conseguir del todo la verosimilitud del relato. Que los datos generados por la conciencia de un ser humano se puedan almacenar y luego reprocesar con la tecnología de hoy día como si fuera lo más normal del mundo resulta poco creíble. Por lo demás nos encontramos con una película trepidante, entretenida con un protagonista robótico que empatiza muy bien con el público. Chappie resulta creíble, gracioso y entrañable, hasta el punto que en alguna escena toca la fibra sensible del espectador a pesar de ser una película de acción.

El robot ha sido generado por captura de movimiento y el actor encargado de darle vida es Sharlto Copley, que ya trabajó con Blomkamp en sus anteriores películas. Le acompañan en el reparto, pero con su rostro de verdad, los actores Hugh Jackman, Dev Patel, protagonista de Slumdog millionaire, Sigourney Weaver y el grupo de música electrónica Die Antwoord formado por el duo Ninja y Yo-Landi.

Como trama principal se ha cogido el mismo argumento que Robocop: en una ciudad en la que la delincuencia ha alcanzado niveles insoportables, se aprueba el uso de agentes de la ley robóticos. La empresa encargada del diseño tiene dos posibles proyectos, con lo cual se entabla una competencia brutal entre los responsables directos de ambos desarrollos. En la película de Paul Verhoeven eran dos ejecutivos de la corporación los que rivalizaban mientras que en Chappie son los ingenieros que han diseñado cada proyecto.

Siguiendo la estela de sus anteriores producciones, Blomkamp demuestra una vez más, ya marca de la casa, su capacidad para utilizar la tecnología digital dentro de una ambientación de acción física. Los efectos visuales son de primer orden y tienen mucho ordenador pero no para hacer alardes de sofisticación visual sino para contribuir a hacer creíble lo irreal en un ambiente realista.

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