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sábado, 7 de junio de 2014

Crossover generacional de mutantes


Sensacine congregó el pasado martes a los fans de X-Men en el preestreno de la nueva entrega de la saga mutante, X-Men: Días de futuro pasado.

El director Bryan Singer inició en el año 2000 la saga de adaptaciones cinematográficas de los cómics Marvel conocidos en España como La Patrulla X. La película X-Men fue un proyecto arriesgado en cuanto a que planteaba una estética totalmente distinta a los cómics originales. Fue un discreto ejercicio de estilo que gustó mucho y gozó de una buena acogida por parte del público. En 2003 llegaba X-Men 2, con bastante más presupuesto. El propio Singer decía que la primera era un trailer y esta segunda era la película de verdad sobre los X-Men.

Luego llegó la tercera parte, en mi opinión la más floja de la saga, dirigida por Brett Ratner, artífice de la saga Hora punta, bajo el título X-Men: La decisión final. Hace tres años el director Matthew Vaughn, responsable de Kick-Ass, nos trasladaba a la juventud de los personajes principales de esta serie con X-Men: Primera generación. Entre medias se estrenaron también dos spin off sobre el personaje más carismático del grupo, Lobezno, encarnado por Hugh Jackman, en los títulos X-Men Orígenes: Lobezno, del director Gavin Hood, y Lobezno inmortal, de James Mangold.

Ahora Singer retoma el mando de la saga para traernos un crossover generacional de mutantes con X-Men: Días de futuro pasado, en la que se dan cita los actores que encarnaron a los principales personajes tanto en su juventud como en la madurez. Para ello utiliza el recurso de los viajes en el tiempo. En un futuro próximo se desarrollan unos androides muy avanzados, llamados Centinelas, para detectar mutantes y eliminarlos, pero se han vuelto tan sofisticados que también cazan humanos. La situación se torna tan desesperada que deciden enviar a través del tiempo a Lobezno, por ser el único que pueda aguantar el viaje, trasladándolo a 1973, el año en que se creó la primera generación de Centinelas. Allí debe convencer a los jóvenes Magneto y Xavier, entonces enfrentados tras los acontecimientos relatados en X-men: primera generación, de que trabajen juntos para evitar un incidente en el que se encuentra la razón de que el proyecto de los Centinelas hubiese avanzado tanto en el futuro.

Aunque el planteamiento pueda resultar algo artificioso y suene a excusa para rizar el rizo y seguir explotando el filón mutante en la taquilla, Singer hace gala de una realización tan magistral que consigue con este film una de las mejores entregas de la saga. Visualmente saca todo el jugo posible a la tecnología digital de la que dispone para crear imágenes sencillamente fascinantes. Destaca especialmente la secuencia de la fuga carcelaria de Magneto con la ayuda de un adolescente mutante que se mueve a la velocidad del rayo.

Por otra parte el ritmo narrativo es correcto y no decae en ningún momento, manteniendo el interés durante todo el metraje. Además aprovecha la ocasión para explicar ciertas incoherencias que habían surgido entre las otras entregas de la serie. Entretenida y espectacular, así es la nueva entrega de los X-Men.

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