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lunes, 27 de julio de 2009
Confesiones al límite
El tren Pelham 123 del metro de New York ha sido tomado por un grupo de hombres armados que piden diez millones de dólares al alcalde de la Gran Manzana como rescate de los pasajeros a los que retienen como rehenes. Un trabajador del control de vías, que ha sido degradado de un puesto superior, recibe la llamada del secuestrador convirtiéndose así en interlocutor y pieza clave de la negociación.
Así arranca Asalto al tren Pelham 123 (The taking of Pelham 123, Tony Scott 2009), un thriller vibrante, visualmente muy potente como suele ser habitual en su director, responsable entre otras de Enemigo público (Enemy of the state, 1998), Domino (2005) o Amor a quemarropa (True romance, 1993). Vuelve a contar con el siempre correcto Denzel Washington, con el que ya había trabajado en varias películas como El fuego de la venganza (Man on fire, 2004), Marea roja (Crimson tide, 1995), y Deja vu (2006). Le da la réplica un John Travolta a la altura de las circunstancias, aunque con un personaje en ocasiones algo pasado de vueltas. Entre los secundarios cabe destacar a James Gandolfini como alcalde y John Turturro en el rol de negociador.
Lo más llamativo son los diálogos profundos, con debate teológico incluido, entre los dos protagonistas, que en medio del caos y en el espacio de una hora se confiesan sus respectivos oscuros secretos e incluso discuten sobre si el hombre le debe a Dios una vida o una muerte. A pesar de lo que pueda parecer a priori no chirría y quizá sean los diálogos más interesantes de la película.
Se basa en la novela homónima de John Godey y al mismo tiempo es un remake de una versión anterior de 1974, que contó con Walter Mathau en el papel que hace ahora Washington y Robert Shaw en el de Travolta.
Aparte de la resolución de algunas situaciones que para algunos pueden resultar forzadas o poco creíbles, la película es muy entretenida y está elaborada con oficio. El ritmo es frenético, con un montaje muy tipo videoclip pero que le queda bien, así como la música hip hop que acompaña las imágenes, por el ambiente suburbano que retrata.
Información complementaria: "Washington vs. Travolta", en Sensacine
Leer critica Asalto al tren Pelham 123 en Muchocine.net
viernes, 17 de julio de 2009
Se acerca "El Visionario"
Ya queda poco para que esté listo el nuevo corto de Galax Pictures. Un encuentro con la cultura celta. Un relato que se mueve entre la historia y la leyenda. De momento se puede ver el trailer pinchando AQUÍ.
jueves, 9 de julio de 2009
Compleja sencillez
Un hombre rompe con su familia por la influencia opresiva de su padre. Años más tarde su hermano pequeño lo busca para preguntarle por el oscuro pasado que le hizo tomar tan drástica decisión. Este es el punto de partida de Tetro (2009), la nueva película de Francis Ford Coppola, una coproducción en la que participan Estados Unidos, España, Italia y Argentina. Se trata de un drama familiar, ambientado en Argentina, con tintes de tragedia griega y narrado con la fastuosidad estética propia de su autor. Fotografiada en blanco y negro y color, utiliza ambos recursos al revés de lo habitual; la línea argumental principal está rodada en escala de grises mientras que los flash-backs y las imágenes oníricas se ven en colores vivos. Asimismo juega con los formatos, usando distintos anchos de pantalla.
La dirección de actores es impecable, todos brillan con luz propia, especialmente Maribel Verdú. Vincent Gallo aporta la fuerza necesaria a su torturado personaje, que por sus conflictos internos parece sacado de una obra de Shakespeare. La gran revelación es el joven Alden Ehrenreich cuyo parecido con Leonardo di Caprio es bastante llamativo en varios momentos de la película. En papeles secundarios de figuras con cierta aura de grandeza encontramos a Carmen Maura y Klaus Maria Brandauer aportando su veteranía a sus respectivos personajes.
La fotografía y la música son más que adecuadas, como cabría esperar del autor de El Padrino (The godfather, 1972). Lo único que se le puede poner en contra es que en el desarrollo hay varias ocasiones en las que parece que va a terminar y aun continúa, y esto puede dar la impresión de que le sobra metraje. Realmente la historia es relativamente sencilla pero se adorna con grandilocuencias estéticas que en ocasiones duran lo justo pero en otras se alargan un poco de más.
La mezcla de relato costumbrista con delirios visuales de gran artista puede que no sea del agrado de todo tipo de espectadores, pero lo que sí es un hecho es que el cine de Coppola es garantía de un cierto grado de calidad en el producto final, algo difícil de encontrar en la cartelera actual.
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