X-men orígenes: Lobezno (X-Men origins: Wolverine, Gavin Hood 2009) es la esperada película sobre el mutante más carismático del grupo de superhéroes. El propio Hugh Jackman se ha involucrado como productor en este proyecto y se ha recorrido medio mundo promocionando el film con apariciones espectaculares en tirolina ante la prensa, demostrando así que realmente se puso en forma para dar vida por cuarta vez al personaje que le ha convertido en estrella.
Arranca con un prólogo sobre la infancia del protagonista para pasar a unos fantásticos títulos de crédito que muestran como él y su hermano Víctor Creed, muy bien interpretado por Liev Schreiber, toman parte en las distintas guerras a lo largo de la historia, algo así como la presentación de
Watchmen. En general la película tiene un tratamiento casi artesanal, de forma que los efectos especiales son algo rudimentarios. Eso puede chocar un poco hoy en día pero realmente tiene sentido para dar continuidad a la saga. Si ahora vemos las cuatro películas en orden cronológico es perfectamente creíble que el capítulo sobre los orígenes sea la primera, cuando en realidad se ha hecho nueve años después de
X-Men (Bryan Singer, 2000). Además también la puesta en escena y el trazado de personajes es más primario, más visceral, contrastando con la factura más sofisticada y estilizada de la trilogía que hemos conocido hasta ahora.
Todo en la historia es más primitivo. No se trata de un grupo de superhéroes que van a salvar el planeta sino de un grupo de personas diferentes del resto que buscan su lugar en el mundo. El protagonista además tiene la peculiaridad de presentar un poder muy codiciado y debe luchar por buscar su camino contra aquellos que lo pretenden convertir contra su voluntad en aquello que les reporta beneficios.
En este tono más introspectivo, que no por ello lento o aburrido ya que la película tiene escenas de acción a montones, influye también la elección del director Gavin Hood, cineasta de origen sudafricano responsable de
Tsotsi (2005) que ganó el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa. Los autores independientes metidos en una superproducción logran imprimirle un cierto toque más íntimo, más humano a los personajes. Se nota la mano de un director más preocupado por la dirección de actores que por la tecnología digital, lo cual se agradece, ya que no ocurre habitualmente en el cine de acción de los últimos tiempos.
En conclusión una película muy coherente tanto en historia como en tratamiento, muy consciente de su condición de precuela de una saga que se inició hace casi una década.
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