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martes, 17 de marzo de 2009
Protección de testigos
Es un hecho que las relaciones entre personajes antagónicos resultan interesantes, y un ejemplo de unir a caracteres dispares es el tema de la protección de testigos en el cine. Ya en sí la trama policial es muy cinematográfica, pero cuando se trata de relacionar a un policía con un civil, es fácil encontrarse situaciones interesantes.
Los grandes de la acción nos han dado thrillers adrenalíticos con este tema. Por ejemplo Clint Eastwood dirigió y protagonizó Ruta suicida (The gauntlet, 1977), en el que interpreta a un policía infravalorado al que asignan que escolte a una prostituta que va a testificar en un caso contra la mafia, y claro está, el camino hasta el juzgado no será fácil. Algo parecido hizo Bruce Willis bajo la dirección de Richard Donner en la interesante 16 calles (16 blocks, 2006) en la que debe escoltar a un testigo de asesinato desde su celda hasta el juzgado que se encuentra a 16 manzanas de distancia. En ambos casos se establece un relación entre un policía decadente, del que nadie espera que pueda realizar la misión, con un personaje marginal, que nadie le importa si vive o muere, y en su unión por sobrevivir ambos se reafirman y recuperan su dignidad como personas.
Un caso curioso, en cuanto al planteamiento, es el de Eraser (Chuck Russell, 1996) en la que el protagonista es un agente del programa de protección de testigos que se encarga de eliminar cualquier prueba del pasado de una persona para darle una nueva identidad. Formalmente la película en sí es una más de acción para lucimiento de Schwarzenegger, el cual debe proteger a Vanessa Williams que ha denunciado la venta ilegal de armas muy sofisticadas por parte de la corporación para la que trabaja. También en su momento Stallone tuvo a su testigo al que proteger en Cobra (George Pan Cosmatos, 1986) en la que un expeditivo policía investiga los asesinatos en serie cometidos por un grupo de radicales y debe proteger a una modelo que ha sido testigo de uno de estos asesinatos. Se introduce el componente romántico entre el policía y la modelo, aunque eso es lo de menos.
En otros casos se potencia el componente romántico por encima de la acción, como por ejemplo en La sombra del testigo (Someone to watch over me, Ridley Scott, 1987) en la que un policía casado y de origen humilde (Tom Berenger) debe proteger a una mujer de alta sociedad (Mimi Rogers) que ha sido testigo de un asesinato. Una relación de amor en el que el policía se enfrenta a dos dilemas morales; en primer lugar él está casado; segundo, no resulta ético profesionalmente implicarse emocionalmente con alguien a quien se debe proteger. Y además de eso están las diferencias sociales existentes entre ambos, que en principio les mantienen distantes pero finalmente se cumple el dicho de que los polos opuestos se atraen.
Otra relación interesante es la que surge entre Harrison Ford y Kelly McGillis en Único testigo (Witness, Peter Weir 1985) en la que una viuda Amish, lleva a su hijo pequeño a la ciudad, y éste es testigo de un asesinato en unos baños públicos. El policía encargado de su custodia tras ser herido se recuperará en la comunidad Amish. La convivencia con este colectivo que vive como en el siglo XVIII, prescindiendo de cualquier avance tecnológico, ofrece situaciones curiosas desde el punto de vista sociológico a través del contraste cultural entre un urbanita de los 80 y los miembros de la agrupación anclada en el pasado, y por supuesto la relación entre un duro policía de ciudad y una mujer de vida sencilla en el campo resulta también de lo más interesante.
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1 comentario:
Muy interesante artículo. Me ha gustado.
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