Las salas de cine están en crisis frente al streaming. Muchos amantes del cine, críticos, cinéfilos, artistas e incluso grandes estrellas, han subrayado la necesidad de ver las películas en las salas de cine como una experiencia colectiva donde compartir emociones con los demás: reír, llorar, conmoverse, etcétera, todos juntos.
Y sí, lo suscribo, estoy de acuerdo, pero me gustaría añadir algo más, y es que la experiencia en salas nos aporta la emoción del directo. Normalmente se usa este argumento para atraer a la gente a espectáculos como el teatro, la danza, los musicales, los conciertos, es decir, que además de en directo, son en vivo, estás viendo a los artistas en el escenario en ese momento. El cine no es en vivo, pero sí es en directo. Es una proyección de una película en directo. Tiene un horario, de tal a tal hora, y el espectador no puede hacer nada, solo dejarse llevar y disfrutar. No tenemos un mando a distancia para regular el volumen, para parar la película, para darle hacia atrás si no hemos entendido algo, es decir, que es un evento en directo en el que debes dejarte llevar y meterte en la película.
Y esto cambia también la experiencia, que lógicamente es más inmersiva, hay que meterse más en la película para no perderse nada, porque no hay marcha atrás. Cada minuto cuenta, cada fotograma solo lo vas a ver una vez. Y no es lo mismo ver una película fragmentada con interrupciones, pensando en otras cosas, que verla del tirón, que así es como realmente ayuda a desconectar de los problemas cotidianos durante dos horas o lo que sea que dure la película. En casa hay muchas distracciones, pero en la sala cinematográfica no tienes más remedio que dejarte llevar, aunque no quieras, y si no lo haces, te lo pierdes. Viva el cine en las salas de cine, un lugar de desconexión, de vivir otras experiencias y de compartir emociones.
