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lunes, 11 de marzo de 2013

La 8ª maravilla del mundo cumple 80 años



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En marzo de 1933 se estrenaba King Kong, una producción de RKO Pictures a cargo de Merian C. Cooper y su socio Ernest B. Schoedsack. Curiosamente en los créditos de la película no aparece el director, es decir que ambos socios produjeron el film y lo dirigieron sin acreditarse como directores. Merian C. Cooper llevó una vida llena de aventuras y eso lo plasmó en su cine. Fue piloto en las dos Guerras Mundiales y de hecho sale en esta película pilotando uno de los aviones que derriban al colosal gorila. Además apoyó fervorosamente adelantos técnicos de la industria cinematográfica de su época, como el Technicolor o el formato panorámico Cinerama. Produjo y dirigió varios documentales y películas de ficción siempre relacionadas con aventuras en lugares exóticos, siendo su obra más redonda y más recordada King Kong, la odisea de un productor de cine en busca de la Isla Calavera, una ínsula perdida en la que habita un ser monstruoso, un titán, un coloso, un gorila gigante llamado Kong. Los nativos del lugar se protegen de él con un enorme muro y ofreciéndole sacrificios humanos para saciar sus apetitos. Hasta este recóndito lugar llega el ambicioso cineasta Carl Denham con la actriz de su película Anne Darrow, una chica rubia que llama poderosamente la atención de los indígenas, los cuales no dudan en secuestrarla para ofrecerla a Kong. Tras ser rescatada Denham decide llevarse a King Kong a Nueva York para exhibirlo como la Octava Maravilla del Mundo.

La película impactó enormemente en la sociedad tanto conceptual como técnicamente. Con base en el clásico La bella y la bestia, al que se referencia continuamente durante el metraje, Cooper construye un personaje que se ha convertido con el paso del tiempo en todo un icono cultural más allá del ámbito meramente cinematográfico. Es una historia rica en matices donde se habla de cómo la brutalidad más primaria y desbocada puede ser sensible a la belleza, y de cómo esta sensibilidad mal asumida puede hacer caer a un titán al desestabilizar sus condiciones habituales. Por otra parte vemos otro instinto desatado que conduce a la destrucción: la ambición desmedida de un hombre por alcanzar la gloria a cualquier precio, aunque eso pueda acabar incluso con aquello que en principio amaba y respetaba. Es el caso del personaje de Carl Denham, un alter ego del propio Cooper al que interpreta con gran convicción Robert Armstrong, un personaje que pone tanta pasión en lo que hace que se obceca hasta el punto de no calibrar correctamente las consecuencias de sus acciones.

La animación de Kong y de los variados animales prehistóricos que habitan en la isla, se llevó a cabo con stop-motion, es decir, grabando los movimientos de maquetas fotograma a fotograma. Hay varias peleas entre el gorila y otras bestias antediluvianas pero quizás la más lograda sea la del enfrentamiento con un tiranosaurio. La película resultó muy impactante técnicamente, posiblemente tanto como fue 60 años después Parque Jurásico, con los dinosaurios generados por ordenador, de la cual se cumple este año el vigésimo aniversario. Incluso se permitió hacer un guiño: cuando van a iniciar la visita del parque atraviesan unas enormes puertas ante las que el matemático Ian Malcolm dice irónicamente: "¿A quién tienen ahí? ¿A King Kong?".

En 1976 se estrenaba un remake que ganó el Oscar a los Mejores Efectos Visuales, con Jessica Lange y Jeff Bridges como protagonistas. Interesante técnicamente, la película fue una versión contemporánea en la que la expedición era de una compañía petrolífera en vez de un equipo de rodaje y King Kong en la ciudad se sube a una de las Torres Gemelas en vez de al Empire State, siendo abatido por helicópteros en lugar de aviones. Una modernización que perdía toda la magia, el glamour y el romanticismo de su modelo original en aras de mostrar otras inquietudes de la época como los mensajes ecologistas o la crítica a la política de las grandes corporaciones.


En 2005 Peter Jackson, artífice de la trilogía de El Señor de los Anillos, realizó un nuevo remake, esta vez como un homenaje al film de Cooper y Schoedsack, magnificando las virtudes de aquel. Todo es más grande, de hecho dura tres horas frente a lo poco más de hora y media que duraba la del año 33. Jackson profundiza más en la presentación de los personajes al inicio, confiriendo al de Anne Darrow un pasado como artista de variedades en un teatro que se ha visto forzado a cerrar y eso propicia que ella se vea en la calle. Por otra parte el personaje de Jack Driscoll, que en la original era el segundo de a bordo en el barco interpretado por Bruce Cabot, en la versión de 2005 es un dramaturgo que se encarga del guión de la nueva película de Denham. El reparto está lleno de rostros conocidos: Jack Black es Carl Denham, Naomi Watts encarna a Anne Darrow, que había sido interpretada por Fay Wray en el 33, y Adrien Brody se mete en la piel de Driscoll. El tinte romántico entre la bella y la bestia se acentúa en esta versión, en la que se puede decir que llega a haber una conexión emocional entre la chica y el primate. Hay un montón de dinosaurios y bichos prehistóricos con un despliegue de efectos digitales apabullante. A King Kong le da vida el actor Andy Serkis a través de la técnica de captura de movimiento con la que el propio Serkis había dado vida al Gollum de El Señor de los Anillos y que más tarde, en 2011, repetiría con monos en El origen del planeta de los simios.

En fin, King Kong es un icono de la cultura del siglo XX del que se han hecho distintas versiones en cine, televisión, dibujos animados e incluso algún que otro videojuego. Pero siempre hay un inicio, una primera vez, y esa fue hace ya 80 años. Larga vida a King Kong, la octava maravilla del mundo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Buena entrada y buen blog. Lo voy a incluir en los enlaces que aparecen en el mio si no te importa. Aquí te dejo mi dirección para que nos leamos: lemanoir-dudiable.blogspot.com

L.B. Busto dijo...

Indudablemente la imagen del Empire State no ha vuelto a ser la mimsa después de King Kong...

Ramón Ramos dijo...

R. Fleming
gracias por tu visita. Me pasaré por tu blog.

L.B. Busto
totalmente de acuerdo. El Empire State se volvió mítico.

Saludos,